Pensé en hacer algo nuevo y me surgió la duda. Me lo pensé dos veces y no lo voy a hacer. Mi intención era formar parte de una iniciativa de los Homo Muy Sapiens.
Recordé viejos tiempos y decidí seguir centrado. Tuve la suerte de imaginar el escenario y no gustarme mucho la obra. Habría sido constructivo pero es bueno que ponga freno a mis impulsos. Quiero seguir compaginando una vida tranquila con Esperanza Bipolar como hasta ahora. Ahora que he aprendido a no sufrir estrés y disfrutar con lo que hago, ¿para qué más? . El «siempre un poco más» que me pide el cuerpo necesita el freno de mi cabeza. Sé que también hay una brizna de miedo. No lo tengo del todo localizado pero sé que el miedo está ahí. Si repaso mi vida puedo decir que he afrontado muchos retos. Y también que he aprendido a manejar el miedo en circunstancias difíciles. La prudencia, a veces, te salva. Intuyo que el riesgo era mínimo pero no voy a hacer experimentos. También me di cuenta de que lo que más calor me da es atender a personas diagnosticadas con trastorno bipolar. Lo positivo es que no despistarme me mantiene centrado y me permite avanzar con todo lo que tengo en marcha. Querer es un verbo tramposo con trastorno bipolar porque suele obligar a «querer más». De la teoría a la práctica. No quiero más. De momento.
«Saber parar o conocer tus límites con trastorno bipolar es un arte. Nunca se aprende del todo, así que conviene recordarlo a menudo. Cuando estoy preparado, sé que estoy preparado. Si no lo estoy, surgen las dudas. Si estás en movimiento no te preocupes. Si te sientes parado, rompe tus miedos. No es fácil, pero se puede«