He tenido muy buena suerte y muy mala suerte. Mirando atrás me siento afortunado pero conozco personas que lo son mucho más. No tengo salud pero tengo la mejor posible y disfruto de lo que tengo.
No es verdad que el tiempo lo cure todo. De hecho, no cura casi nada. Lo que sí hace es transformarlo. El año que termina ha sido difícil pero casi ya lo he llorado por completo. Tengo la suerte de ser muy emocional y me gusta serlo. También de ser sensible y bastante empático. Cuando las cosas se me suben a la cabeza, intento sentir a las personas. No siempre lo logro, pero hacerlo me ha ayudado mucho en los momentos críticos. He ido aparcando las razones poco a poco para conducirme de otra manera. Las razones están muy bien en situaciones de emergencia pero abren las heridas y cierran lo bueno que tenemos todos. Consigo perdonar mucho más rápido que antes y también olvidar. Desahogarme me ha ayudado mucho siempre. Lo que se queda dentro acaba saliendo.
«Si no miro hacia atrás no avanzo bien. Llevo muchos años tomándome mi tiempo y el resultado ha sido muy bueno. Cada vez vivo menos en el futuro. Vivo el presente y regreso al pasado cuando viene algo amargo. Logres la remisión o no, tengo la sensación de que es la mejor manera de sentirse bien con trastorno bipolar.«