Al principio, mantener el equilibrio cuando estás diagnosticado con trastorno bipolar no resulta fácil. Muchos, cuando ya lo han logrado, sienten que cualquier día todo puede volver a cambiar de repente y sin previo aviso. Me sorprende también ser testigo de comentarios en los que pocos se plantean que el bienestar puede ser la consecuencia de una vida equilibrada y atribuyen, para bien y para mal, cualquier cambio a la vulnerabilidad. Cuando uno llega a la conclusión de que «las cosas son así», «las cosas acaban siendo así».
LLevar una vida equilibrada no siempre es suficiente porque la vida requiere de muchos otros ingredientes. Pequeños retos que te hagan sentir pequeños avances o disfrutar de la vida sin motivo y sin porqué no son excluyentes. Cuanto mayor sea el número de recursos con los que cuentes para las situaciones de cansancio, que siempre aparecen, más fácil lograrás sortearlas. Lo mismo aplica para aquellos días en que uno parece perder la confianza o ha bajado un escalón sin saber porqué. Hoy me siento un poco cansado, pero sé que pasará. El dolor actúa como freno y supone siempre mayor desgaste.
Una vida equilibrada es aquella vida en la que si algo te falta -a todos nos falta algo- te importa bien poco. Lo que atesoras, te mueve o ilusiona resulta siempre un motor que nunca se para. Encontrarlo marca una diferencia vital que supone siempre un antes y un después. Sé muy bien que el problema de muchos bipolares tiene mucho que ver con las expectativas de cualquier deseo. Una ilusión vital, sin ninguna expectativa detrás, constituye el ingrediente principal de una vida equilibrada. La ilusión sin expectativas es posible. LLevo más de cuatro años subido a este carro y resulta la vacuna para muchos de los males que me aquejaban.
Ser capaz de distinguir aquello que te revitaliza de aquello que te desgasta nos plantea elecciones en la vida que, a veces, no nos atrevemos a mirar de frente. Una vez tomadas, no se te ocurriría dar la vuelta ni mirar atrás. Yo suelo hacerlo para reafirmar la pobreza de mi vida cuando no sabía ni quién era ni lo que podía convertir mi vida en una fiesta. Si no te lo has planteado nunca, te invito a que te preguntes si puedes hacer algo por ir cambiando poco a poco tu vida en la dirección que te gustaría. Pocos no saben lo que quieren, muchos no saben cómo conseguirlo. Comenzar por el principio, sin miedo y viviendo el día que muestra tu reloj, te permite reducir tus preocupaciones a la mitad, no anticipar desgracias y afrontar el futuro con tranquilidad. Dime algo, aunque sea para llevarme la contraria 🙂
Hay 4 comentarios en este articulo
Me parece muy interesante y esperanzador todo lo que dices. Yo estoy en plena crisis depresiva y no se ni que hacer. Me han confundido mucho hasta que me han diagnosticado.
Y sobre las medicaciones tengo muchos miedos. cualquier cosa que puedas aportar, para mi será de gran ayuda, ya que en estos momentos hay dias que no puedo ni levantarme, por el miedo a la enfermedad, el rechazo social, y la propia incapacidad de hacer las cosas cotidianas.
Muchas gracias. Un saludo. Martha.
Desde bien temprano y para alguien muy cercano a mi, la idea del equilibrio la empleaba para conducirse en la vida, diciendo que los excesos o defectos no eran deseables porque tarde o temprano producían descompensaciones. En suma, su filosofía de vida intentaba ajustarla al equilibrio, a la moderación. Y ciertamente no me parece una mala manera de enfocar la vida, las actividades y los placeres, salvo que .... salvo que sucede que un día se te planta un desequilibrio de buenas a primeras, como quien dice, que te arroja de bruces a las nubes o a un pozo oscuro y frío. Y todo se va al garete.
A partir de ahí sólo se puede,o se debe, emprender una acción: la reconstrucción. Puede ser una oportunidad para abandonar viejos y enfermizos hábitos o actitudes o puntos de enfoque. Lo que es seguro es que se deben producir cambios o se debe dejar que sucedan. Y claro, esto requiere de un propósito de salud, de una búsqueda, de un querer estar bien, de más cosas también. Y las crisis pueden retornar y uno puede caer de nuevo, pero hasta es posible extraer alguna enseñanza de cada una de ellas.
Los primeros episodios son duros por lo inesperados que son y los baches depresivos suponen una dura prueba de lucha en medio de la nada. Lo positivo es que esta dinámica no tiene porqué repetirse de igual manera, que las vivencias cambian, que los reajustes son posibles.
Uno a veces tiene la impresión de vivir en el filo de la navaja. De ser un constructo de naipes también. Y otras me parece que ya quedó atrás tanta pesadilla y que los cimientos están bien asentados.
Es por ello por lo que me permitiré pegar un extracto de este post que el autor no ha puesto en negrita:
"Pocos no saben lo que quieren, muchos no saben cómo conseguirlo. Comenzar por el principio, sin miedo y viviendo el día que muestra tu reloj, te permite reducir tus preocupaciones a la mitad, no anticipar desgracias y afrontar el futuro con tranquilidad."
Martha, no tienes que tener miedo a la medicación porque es un recurso más que las personas diagnosticadas con trastorno bipolar no deberíamos rechazar porque no hay motivo para hacerlo. El tratamiento farmacológico, bajo mi punto de vista, está sobrevalorado por médicos y pacientes. Quien cree que va a encontrar la "solución" en él, puede que la encuentre y ojalá así sea. Quien crea que vivir la vida sin tratamiento tiene mayor valor o que un medicamento desvaloriza a la persona que lo toma, también sobrevalora su importancia, y puede ser un error con graves consecuencias. Según mi opinión, el tratamiento es un recurso más, de vital importancia en muchos casos, pero la mayoría de las veces insuficiente. Es difícil decorar una casa con un martillo, pero te ayudará a colgar algún que otro cuadro. Preocuparse por la medicación cuando uno no se encuentra bien, es confundir las prioridades. Y te lo dice una persona que cree que el tratamiento farmacológico no es necesario ni en todos los casos, ni para siempre. Poco a poco te irás encontrando mejor, Martha. Todos los pequeños esfuerzos que debas hacer, házlos. Tu salud saldrá fortalecida de todos ellos. Sin forzarte más de la cuenta, lo que puedas en cada momento es más que suficiente. Cuídate y mímate mucho, todo pasa, ya verás :)
Abandonar viejos y enfermizos hábitos, Theo. Muy de acuerdo con lo que propones. De hecho, el libro que acabo de terminar se titula "Los 21 malos hábitos". Si algún día tienes la ocasión de leerlo, me gustaría saber tu opinión y si hace tiempo te hubieras sentido identificado con algunos de ellos. Seguro que ni son todos los que están, ni están todos los que son. Eso sí, creo que hay más de uno "muy relevantes" :)