Todos tenemos o hemos tenido miedo alguna vez. Cuando sufría los síntomas del trastorno bipolar, y especialmente después de las peores crisis, el miedo quedaba como residuo después de haberme sentido un superhéroe de papel o un cero a la izquierda. La inseguridad, melliza del miedo, también es una de las secuelas que dejan a nivel psicológico las situaciones en las que uno ya no puede responder con su propia voluntad, o se escapan, de alguna manera a su control.
Recuperar la confianza en uno mismo es un proceso lento pero gradual. Depende básicamente de que encuentres un buen psicólogo o psicóloga que sepa cómo ayudarte, y de los pasos que tú vayas dando para recuperarla. La pasividad es uno de los mayores aliados del miedo e impide liberarse de él, y la acción es la única forma que conozco de romper sus cadenas.
Han pasado más de tres años desde la última vez que pasé miedo en el sentido fisiológico del término. Iba a apuntarme a un taller de escritura porque tenía la intención de escribir un libro que, por cierto, ya concluí. Era una época de mi vida en que había dejado de sufrir los sintomas del trastorno bipolar hace ya mucho tiempo, pero el miedo seguía vivo. La mujer que impartía el taller me comentó en qué consistía el taller. Básicamente había que hacer un ejercicio de escritura durante veinte minutos con unas reglas prestablecidas para después leer en voz alta lo escrito a los compañeros de clase. Recuerdo que en el coche, el miedo me atenazó al proyectarme a futuro y ver, después de los veinte minutos, mi hoja en blanco. El mayor de mis miedos iba acompañado por una pequeña sensación de vergüenza al tener que leer en público tus propias palabras.
Después de sentirme preso de un pensamiento: «Voy a llamar para decir que no voy a apuntarme al taller»; un pensamiento que se repetía en mi cabeza para librarme de aquel miedo que nunca llegué a sufrir, tuve la suerte de poder ponerle freno.
Paré el pensamiento y me dije: «Esto no puede ser… ya estoy otra vez bloqueado». Me apunté al taller y disfruté de todos los días que pude acudir hasta que el dolor me impidió continuar. Cinco meses de ejercicios de escritura que me enseñaron mucho. Y no sólo a aprender a escribir – suponiendo que haya aprendido a hacerlo- sino que supuso un buen rodaje para ayudarme a mejorar mi capacidad para comunicarme, perder el miedo escénico y la vergüenza a la vez, y comenzar a apasionarme por la escritura.
El miedo tiende a disolverse cuando te enfrentas a él. Los miedos tienen un origen psicológico, y suelen estar anclados a experiencias negativas del pasado. En cuanto algo huele a fracaso, tensión o estrés, el miedo entra en escena y te paraliza. Cuando has fracasado más de una vez en cualquier intento por lograr algo, el miedo se convierte en tu mejor amigo. Encontrarás mil y una justificaciones para tratar de ocultarlo y evitar aquellas situaciones que te obligan a mantener distancia como un hierro al rojo vivo. Acercarte y ver que no quema, es la única forma de empezar a luchar contra el miedo.
Si no te da miedo hablar del miedo, puedes dejar aquí tu comentario. Así veremos el mismo perro con distinto collar 🙂
Hay 21 comentarios en este articulo
A mí no me da miedo hablar del miedo... me lo da pensar que algún día pueda no llegar a sentir ninguno, por ninguna cosa. El miedo, los miedos, forman parte de la vida; el que diga que no teme a nada, miente, o no se conoce lo suficiente. O fanfarronea. El miedo, los miedos normales, los que no son paralizantes, hacen que un@ se sienta más viv@... e ir venciéndolos a base de enfrentarse a ellos, eso es un subidón.
A mi me parece muy bien este artículo. Yo creo que en mi, el estrés precede al miedo y no me paraliza, al revés, me pone como una moto pero, siempre acabo los trabajos con la sensación de miedo de no estar bien acabados o de que no salgan bien en la imprenta. Al fin, todo sale bien y se me quita el agobio pero sigo deprimido porque la mayoría de encargos no me gustan o me encargan lo que no prefiero hacer.
Me parece muy cierto todo lo que indicas. A mi el miedo cuando trabajaba me hacía su prisionera, a tal grado de poner en blanco mi mente y paralizarme. Una vez el miedo afloraba sus tentáculos, siempre venía acompañado de su íntima amiga La Ansiedad.
Hoy en día el miedo,gracias a muchos factores,(estoy aprendiendo a desaprender para volver a ser) no me afecta tan seguido, sin embargo como ahora no trabajo fuera de la casa y estoy un poco alejada de mi mundo profesional, a veces aflora dentro, una voz interior que me dice "Aún no estás lista......."
Según mi opinión, el miedo se torna agrio e indigerible cuando llega al extremo de transformarse en el monstruoso pánico. El quedarse inmóvil, sin saber qué hacer o teniendo sobre uno las peores resoluciones del problema que estamos enfrentando sin poder dar un solo paso. He leído que los ataques de pánico son algo frecuentes en nosotros, los que transitamos el camino de los extremos anímicos.
Lucy, hace diez años que vengo dándole batalla a este desequilibrio, he podido trabajar y estudiar una carrera terciaria. Sin embargo, en dos ocasiones empecé a estudiar en la Universidad y me estresé muchísimo, al punto de llegar a la manía. Es necesario que nos escuchemos a nosotros mismos y con apoyo profesional, darnos cuenta cuándo es el momento de enfrentar lo conflictivo. Confío, y este blog es una confirmación, en que podemos recuperar una vida plena e ir superando nuestras limitaciones.
Saludos!
A veces también uno adquiere el hábito del miedo por un pensamiento tonto, como por ejemplo, una expectativa, no necesariamente de fracaso. Va avanzando en efecto bola de nieve, y cuando menos se piensa, se convierte en una cosa monstruosa que paraliza.
¿El miedo es ansiedad + impulsividad? o cuáles son las relaciones entre miedo y ansiedad.
Mariana.
Hay un miedo que nos protege, como tú bien dices, y no es paralizante. Tiene un origen evolutivo y una utilidad clara: protegernos del peligro. El problema es cuando se convierte en fobia o pánico, algo irracional y muy limitante. Y claro, superar cualquier miedo a mi no me produce un subidón, pero sí muuuuucha satisfacción :)
El estrés quizás es la expresión fisiológica del miedo, en forma de sensación previa a cualquier situación esperada o durante la propia acción. Es normal ponerse como una moto cuando hay inseguridad detrás o exceso de perfeccionismo. En cuanto a los encargos que no te gustan, si son pocos podrás sobrellevarlos. Toda ocupación o trabajo tiene una parte que no nos gusta, o nos gusta menos, no? :)
Lucy, si tu voz interior te dice que no estás lista házle caso. Suele ser bastante sabia y deberíamos aprender a escucharla. Llegará el día en que te diga: "Adelante". Ya verás :)
Federico, claro que podemos ir superando nuestras limitaciones. Yo he superado muchas de las que tenía excepto una y creo que moriré con ella. Si uno aprende a convivir con las que se nos resisten, la vida es mucho más fácil :)
Mariana, si elmiedo tiene algo que ver con la impulsividad yo no le he encontrado la relación. Con las expectativas sí que puede tener mucho que ver. Yo lo relacionaría más con la importancia, algo parecido pero no es lo mismo. Cuanto más importante crees que es algo, más miedo puede llegar a producirte abordarlo. Por este motivo y otros muchos, recomiendo reducir siempre la importancia :)
El miedo. Del miedo oigo hablar mucho últimamente. Del miedo que se nos inocula con toda predeterminación desde distintos ámbitos comunicativos. Hemos llegado a tal grado de "evolución" que ya no tememos el ataque de algún depredador, no, ahora el miedo se enfoca y enfocamos en el prójimo. Pero estos miedos son tan compartidos que creo que no es el caso comentarlos en este post en concreto. Y es que existe un miedo que como bien decís por ahí y como muy bien dice la autora del enlace de "Vivir sin ansiedad" resulta muchísimo más difícil de digerir y manejar. Es el miedo al miedo. Un miedo de origen sicológico, no físico, que se realimenta a sí mismo y que paraliza o coarta. Es un recuerdo no querido, una creencia errónea, una inseguridad patente. La evitación bien puede campar a sus anchas. Miedo a que se repita aquello que cogió a uno por sorpresa o a traición, miedo a desmigarse ante una situación normal, miedo a que vean a uno de este modo. Pues bien sólo cabe una salida. Leed, leed a la autora de "Vivir sin ansiedad", pues ella dice que si el cerebro es tan poderoso para crear tanto desatino de manera imaginaria, por fuerza también ha de serlo para reafirmarse y fortalecerse cuando uno se pone en modo de positivación. No hay otra manera de reequilibrar.
Porque sé por distinitos testimonios que el miedo sólo conduce a la evitación y ésta al aislamiento y aún así no desaparece.
La imaginación es tan poderosa...
alberto, el miedo al miedo debe ser algo así como rizar el rizo. Yo, afortunadamente, no llegué a sufrirlo. Mis miedos estaban bastante focalizados y algunos llegaron a ser, en cierta manera, muy limitantes. En cuanto al tema de la evitación, ya hace tiempo que está en la lista de comentarios pendientes. Es un tema que me parece muy interesante y que daría mucho de qué hablar :)
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No te imaginas cuanto me alegro de haberte encontrado companero. Disculpa que no aporte nada original al debate tan estimulante que has abierto pero te rscribo desde un telefono.
Manana sin falta volvere por aqui.
Un caluroso saludo
Cuando vuelvas por aquí, aquí nos encontrarás a todos. Porque de lo que se trata es de compartir experiencias, no? :)
Hace tiempo que no pasaba por aquí y me encuentro cada vez mejores post. Enhorabuena Valiente!. Si no te hubieras enfrentado a tus miedos para empezar con este blog, para abrirte, para escuchar críticas y comentarios negativos... nos habríamos perdido un montón de reflexiones maravillosas que a todos nos ayudan. Te tomo como ejemplo para enfrentarme a mis miedos.
Enrique, amigo mío, que todavía te quede alguno te hace más humano. Hoy he tenido la suerte de comprobarlo, a eso que tú llamas "malas experiencias" yo lo llamo miedo :). Y me alegro mucho porque eres la clase de persona que me hace sentir pequeño...
El miedo es algo que nos persigue y no nos deja escapar ni superar tenemos que aprender a dejarlo atrás a darle la cara y no dejarnos vencer.
Si fuese tan fácil no tendríamos muchos de los problemas que tenemos, Johan. Pero es tal y como tú lo describes :)
Gracias por escribir, Diego. Me has dejado sin palabras. Y fíjate que eso es difícil :))
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