Al dejar un comentario esta semana en redes sociales sobre el comentario anterior me di cuenta que la palabra vacío apareció en él sin quererlo. Aunque muchos de los problemas que tuve hace tiempo no tuvieron mucho que ver con la ausencia de sentido de mi trabajo anterior, sí que tengo el recuerdo de haber llegado a pensar que no había encontrado sentido a mi vida.
Aunque la palabra sentido suene demasiado fuerte, me da la sensación de que cuando no encuentras sentido a tu vida es porque te queda algo por vivir. Con toda seguridad no siempre es así, porque también es muy frecuente llegar a la misma conclusión cuando el sufrimiento emocional es límite. En ese caso, puede tratarse de un pensamiento tan equivocado como cualquier otro de los muchos que se le pueden pasar por la cabeza a uno cuando está deprimido o sufriendo demasiado.
Si eres el tipo de persona que necesite dar sentido a su vida, no te puedo dar la enhorabuena. Me identifico contigo y aunque ahora disfrute mucho, si no hubiera necesitado tanto en mi vida tampoco habría sufrido tanto. Simplemente hago lo que puedo porque me siento un auténtico privilegiado por poder hacer lo que hago. Aunque la asociación Esperanza Bipolar de Bilbao, este blog personal y un grupo y una página de Facebook con el mismo nombre que administro me llenan mucho, no son el sentido de mi vida. Mi familia, el periódico de cada mañana, los libros por leer, la fruta del desayuno, el calor del sol o el viento frío, son tan importantes en mi bienestar como las actividades relacionadas con el trastorno bipolar que son mi ocupación principal ahora mismo y para los próximos veinte años, si los vivo.
El sentido de una vida se puede encontrar en cualquier momento y en cualquier lugar. Basta con estar bien atento y no perderse detalle. La sonrisa de tu hijo, la risa de un amigo, las olas del mar, la voz de tu madre o el amor de cualquiera, puedes ser suficientes para ir ganando terreno a la ilusión. No es necesario ni ser el más generoso, ni el más capaz. No hace falta tenerlo todo ni en todo momento. Basta con tener lo que es importante para ti y sacarle chispas hasta que la alegría empiece a aparecer en tu vida. No siempre es fácil, ni mucho menos posible, pero si uno no hace todo lo que está en su mano por encontrar el bienestar, el bienestar nunca le encuentra.
Con la salvedad, claro está, de aquellos días en los que los síntomas pueden haber inundado tu cuerpo sin saber ni cómo ni porqué. Porque aunque sea la clase de persona que tiende a pensar que todo tiene un porqué y haya encontrado los porqués a muchos de mis problemas, soy muy consciente de que no tiene que ser siempre así cuando hablamos de enfermedad. En realidad, me alegraría saber que has encontrado aquí, al menos, una pista que rastrear para aprender más sobre ti mismo. Lo que quieres, lo que necesitas o lo que te hizo tanto sufrir.
¿Alguna sugerencia para escribir sobre ella en el futuro? Trataré de hacerlo, como siempre, con la mejor de mis intenciones.
Hay 6 comentarios en este articulo
¿Qué te parece "el trastorno Bipolar y las prisas"?.
Hace tiempo lo pasaba muy mal porque no sabía cómo gestionar los consejos que se me ocurrían. Quería que me hicieran caso a la primera (porque eran ideas geniales) y si no se ponían en práctica rápidamente, me creaban ansiedad. Es cierto eso de que las prisas son malas consejeras. Cada vez tengo mas claro que cada cosa requiere su tiempo.
Permíteme Alberto dar tres pequeños consejos sacados de mi experiencia personal:
1) Cuando des un consejo, que no te vaya la vida en ello. De la misma forma que se “desactiva una bomba”, debemos de “desafeccionar el consejo”, para que en el supuesto que no nos hagan caso, no nos lo tomemos como algo personal. Si no se pone en práctica nuestro consejo... pues no pasa nada. Tu quieres ayudar, y por eso expresas lo que piensas. Pero el que te hagan caso o no, no depende de ti.
2) Una consejo es una proposición, una recomendación. No una imposición. Debemos dejar libertad para que sea aceptado o no.
3) “La mejor idea dicha en el peor momento no tendrá una correcta acogida”. J. Pinilla (1971 - ).
Una forma clara de verlo podría ser... Imagina que tienes, metafóricamente hablando, un "revolver" cargado de consejos. No tengas prisa. Toma tu tiempo. "Dispara" cada uno de ellos, en su lugar y momento oportuno. Conseguirás mayor efectividad y afortunadamente no harás siempre diana ya que no todo lo que se desea, si se cumple, sale como pensábamos.
El sentido, el intento y el acecho. Son las tres primeras palabras que se me ocurren porque ya se les han ocurrido a otros. Tres poderosas palabras o cuando menos muy sugerentes para completar o laborar en esta vida o en todas las que queramos imaginarnos.
El sentido bien puede ser el camino que uno podría escoger, el intento el máximo objetivo concebible, la meta, y el acecho la necesaria atención para no perder de vista las dos primeras.
Aún no sé muy bien el porqué las cosas vienen de tres en tres pero resulta muy conveniente esta gratuita premisa en esta sociedad bipolar. El tres permite el necesario punto de apoyo del equilibrio sobre el que balancear los opuestos, es por ello por lo que me gusta.
Que tengas un soleado día
Yo estoy mucho en pro de no tacharlo todo con la etiqueta trastorno bipolar. Somos seres absolutamente normales. La experiencia me ha enseñado que el primer paso para encontrarle otro "sentido" a la vida puede radicar desde ahí. Todo ser humano tiene algún padecer..... Y no van alardeandolo... somos lo extraños o no que queramos vernos. Y véase el parrafo del Alberto desde un punto de vista alentador igual de válido para cualquier persona. Saludos
Javier, el tema de los consejos es bastante delicado. No suelen ser bienvenidos, pero hay veces que no puedo evitarlo. Especialmente cuando veo cosas demasiado evidentes, que creo que nos pueden perjudicar. De todas formas, anoto tu consejo. Creo que es un gran "consejo", y aprovecho para comentar a todos los que leen este blog que tomen mis palabras como recomendaciones. Aunque a veces, parezcan consejos ;)
Gracias, Theo. Me encantó tu comentario :)
Juan, tu comentario me hace recordar unas palabras muy parecidas que escuché el otro día en la asociación. Y estoy de acuerdo en que somos normales. Como todo el mundo :)