De vuelta de un descanso que he disfrutado como un niño, vuelvo para escribir desde el portátil hasta que me arreglen el PC. La avería tenía una causa no orgánica llamada acumulación de pelusa en el ventilador del interior. Aprovecho para invitarte a hacer limpieza, periódicamente, a tu alrededor y dentro de ti mismo.
Hace algún tiempo la mujer de una persona diagnosticada con trastorno bipolar me pidió que escribiera un comentario dedicado a la familia de aquellos que hemos tenido la mala fortuna de sufrir o padecer, en el pasado o presente, los síntomas de la depresión y la euforia.
Escribiré el comentario volviendo atrás casi diez años, con la gran ventaja de poder distinguir lo que hubiera necesitado a mi alrededor y no tuve. También me gustaría hablar de las personas que sí tuve a mi lado y me ayudaron de la mejor manera que supieron porque siempre hay alguna si nos fijamos bien. Al igual que recuerdo aquellas personas que dejaron de mirarme a los ojos al hablarme, todavía no sé muy bien porqué pero que ya no están a mi lado.
Muchas de las personas más allegadas y familiares directos sufren el estigma en carne ajena, complicando la situación personal de la persona diagnosticada aún más. Si alguien se «avergüenza» por ti, es difícil que uno no acabe por avergonzarse de uno mismo, especialmente cuando la depresión te encama o paraliza hasta el extremo de incapacitarte para mantener las relaciones sociales con la naturalidad del «antes de los síntomas». Teniendo en cuenta que todo ello va unido al sentimiento de culpa que suele acompañar a los extremos, la situación de la persona que sufre es todavía más delicada. La falta de delicadeza de algunos profesionales de la salud pueden empeorar la situación hasta llevar a la persona al borde de un abismo del que uno puede no salir, si tropieza y acaba por caer en él. Yo caí en lo más profundo y tuve la inmensa fortuna de contar con la ayuda de un médico -y su equipo- extraordinarios en todos los sentidos.
Volviendo a la familia, la situación no es muy diferente a la que se encuentra uno cuando sufre un grave problema y está rodeado de personas que pueden estar unidas a ti por la sangre, por amor, por el interés o por la indiferencia. No tardarás mucho en saber quién está y dónde, porque los hechos suelen delatarnos siempre. Encontrarás personas que desaparecerán ante el desconcierto inicial por ignorancia, falta de valentía o buscando a mejores compañías con las que reir. Cuanto antes aceptes que la vida es así porque las personas somos así, mejor para ti. Te evitarás una parte de sufrimiento importante que depende de ti y estarás en disposición de ponerte manos a la obra para luchar contra el resto del sufrimiento que también depende de ti en gran medida. De la parte que depende de nosotros trata este blog sobre el trastorno bipolar en el que llevo escribiendo los dos últimos años.
Aunque llevo quince días sin escribir, espero que las palabras no hayan hecho mucho ruido por falta de engrase 🙂
Dedicado a Virginia y, en especial, a su marido.