Mirando hacia atrás me doy cuenta que no he tenido que renunciar a tantas cosas en mi vida a causa del trastorno bipolar. Aunque dejé mi profesión hace tiempo, no lo hice en el momento en que más sufría o los síntomas interrumpían mi vida, trabajo incluido. Muchas de las razones por las que sufrí de insatisfacción tenían que ver con él y mi incapacidad para adaptarme a un trabajo demasiado rutinario para mi. El problema no era tan sencillo de resolver porque no veía una alternativa clara. Teniendo en cuenta que la mayoría de las posibilidades para un ingeniero incluían una rutina laboral no muy diferente a la que tuve durante más de una década, el cambio tenía que ser bastante radical.
Renunciar no es tan fácil porque hay que vencer muchos miedos. El miedo al vacío de no saber qué hacer con tu vida puede ser el peor. El miedo a volver a equivocarme o a fracasar en la elección no me afectó a pesar de que no era la primera vez que intentaba buscar una salida sin éxito. De lo que más me alegro es de no haber dejado de intentarlo porque me hubiera perdido lo que he vivido en los últimos años. Sea cual sea tu situación no dejarse vencer es una de las claves. Si no tienes lo que necesitas, la búsqueda te permitirá llegar hasta alcanzarlo. Si lo que necesitas y no tienes está dentro de ti, no te queda otro remedio que cambiar hasta atesorarlo. Lo que más me sorprende precisamente son los cambios tan llamativos que me han transformado de la cabeza a los pies. Algunos, como consecuencia de la mayor desgracia de mi vida. Otros, nunca hubieran sido posibles si no hubiera cambiado de entorno. De no haber comenzado a desarrollar todas las actividades en torno al trastorno bipolar que ocupan gran parte de mi vida seguiría siendo el hombre que siempre fui. Bastante introvertido, con un entorno social reducido, demasiado reflexivo, y con tendencia a la inacción durante años.
Mi conclusión es que si no te conoces lo suficientemente bien o estás en el lugar equivocado, no resulta tan sencillo reconocer a lo que tienes que renunciar para empezar a respirar otra vez. Sin la ayuda de mi psicóloga nunca habría logrado descubrir la primera parte. No es tan raro tener un concepto equivocado de uno mismo, incluso las personas que no sufren muchas veces se ven muy diferentes a como les ven los demás. Tampoco es tan raro estar en el entorno equivocado o con la compañía inadecuada durante demasiado tiempo sin reaccionar. No se puede elegir y decir sí, antes de renunciar y decir no. Decir no, no es tan fácil. Elegir a qué decir sí y acertar tampoco lo es. Creo que haber logrado ambas cosas al mismo tiempo constituye uno de los motivos más importantes por el cuál me encuentro tan bien después de haberme sentido tan mal. Aunque reconozco que no deja de ser más que uno de otros muchos motivos que iré dejando en próximos comentarios.
Hay 10 comentarios en este articulo
Decidir, elegir, dos palabras con terminación ir, ir hacia algo. Ambas invitan a uno al cambio o a la aventura y el riesgo, también al inmovilismo, ya que también es posible decidir no decidir. Todas las posibilidades existen en la cancha cuántica.
Y sin embargo hay o ha habido sabios que algo han dicho sobre el modo de decidir. Uno que me viene a la memoria dice que frente a dos posibilidades, dos actuaciones, una fácil y otra difícil, escojamos la difícil. Y lo cierto es que me cuesta digerir este consejo por más que lo vea acertado, cuando me sobreviene el inmovilismo y parece que no puedo ni con una ni con otra, quizás por ofuscación o por falta de fuerzas, siempre por miedo.
Pragmaticemos. Decidir sobre el puesto de trabajo que a uno le sustenta, más en estos días en los que escasean otras alternativas u oportunidades, por más que uno vea que no le conviene, no deja de ser un frente de batalla que se repite. Los miedos, inseguridades y demás troyanos se me cuelan, no ya cuando duermo sino a plena luz y sin misericordia alguna. Primero porque no decido como el sabio, segundo porque no siempre afronto la carga estresante que supone un riesgo para mi salud mental y tercero porque no tengo un quehacer vocacional, salvo el de vivir.
Llevamos un tiempo intercambiando impresiones y en más de una ocasión me he preguntado de qué te sustentas, de dónde obtienes los recursos necesarios, por más que tenga una idea de ello.
Ambos coincidimos en el discurso de que es posible un disfrute sólido y duradero, libre de recidivas insidiosas, pero vengo dándome cuenta de que lo es con ciertas limitaciones de las que ya hemos hablado. Si uno sobrepasa estos límites, bien por voluntad propia o por imperativo legal, puede ser que tenga que pagarlo con un retroceso en su salud mental. Se precisa de una gran flexibilidad y capacidad de adaptación para aventurarse en la ampliación de los límites, no es cierto?.
Resumiendo: si uno quiere estar bien y a gusto, uno tiene que dar con una buena maceta o jardín en el que instalarse. Pero pobre de mi si soy trasplantado a otro entorno. La suerte y la providencia, en gran medida, decidirá por mi y por mi salud. Y en gran medida la maceta no es otra cosa que el puesto de trabajo y el jardín las nuevas personas con las que me tengo que relacionar en él.
Y respondiendo a un comentario por aquí dejado, bien podría haber dicho que a veces mi trabajo es una puta mierda, pero qué belleza habría en ello? o qué aportaría con ello?.
Feliz primavera
Theoros, tu no tienes un blog?
Me gusta mucho leerte.
Bendita primavera.
g
Estoy bien por el momento, ustedes tienen razón, en síntesis hay que buscar en que identificarse y tener gozo con lo que haces, pero es difícil. A mi me encanta escribir, pero me causó una manía terrible en el mes pasado cuando hasta terminé dos libros (escribiendo) y colapse, llegando a pensar que la vida tranquila hogareña, con mis hijos, viendo tv, durmiendo es la que más me evita problemas, Sin embargo no estoy satisfecha, necesito ayudar a otras personas que atraviesan esta crisis y darles el consuelo, abrazarlas, darles ánimo como a mi me lo dieron en su oportunidad.
http://xilenia.blogspot.com.es/
RENUNCIA, es sin duda la palabra que más me ha perseguido desde que me diagnosticaron TB. La que primero me viene a la cabeza es la renuncia a mi vocación,mi profesión, a la que adoro a pesar de haberme llevado de la mano tantas veces a cuestionar mi identidad. Renuncia a mi independencia, ya que volví a vivir con mis padres. Renuncia a alcanzar los que siempre he considerado mis objetivos vitales: la autorrealización personal y profesional...Y así podría continuar con las múltiples renuncias que me vienen a la cabeza cada vez que viene a mi mente el TB.
Considero que aún me queda un largo camino hasta alcanzar EL EQUILIBRIO ( aún no han encontrado el tratamiento fcológico que me vaya bien)esa palabra mágica que supuestamente casi todos podemos lograr (con diferentes matices,por supuesto). Así que aún no sé a ciencia cierta si todas "mis renuncias" en el futuro seguirán siendo eso; me gustaría pensar que no.
Desde mi diagnóstico hace ahora dos años no he hecho psicoterapia, en un principio porque no estaba en condiciones y ahora porque no sé dónde ir,mis psiquiatras no me guían demasiado por ese camino(no saben ni si quiera qué tipo de terapia me vendría bien)que yo creo que es de vital importancia para encontrarse con uno mismo.
Theo, tu comentario tiene mucha tela que cortar. De todas formas, me ha gustado mucho y creo que tienes mucha razón en lo que planteas. Cuando uno es capaz de soportar algo, suele soportarlo. Me alegro de que puedas hacerlo y que hagas lo posible por sobrellevarlo.
Graciela, si tienes la oportunidad de hacerlo y el bienestar suficiente para hacerlo, acabarás por hacerlo. Siento el trabalenguas, me refiero a ayudar a otras personas :)
Cuando un médico desaconseja a un paciente la psicoterapia, me pregunto cuál puede ser el motivo. Me temo que aunque me lo explicaran, no lo comprendería.
Hola! Me estreno en este blog con este comentario. Es un alivio ver los puntos comunes en la enfermedad, pero sobre todo en los avances. Es inevitable renunciar. pero no más inevitable que renunciar a lo que harías si no supieses que padeces una enfermedad. Quiero decir, que muchas veces justificamos todo lo que nos pasa con la coletilla "es que soy bipolar, no manejo bien esto". Pues ya está, trabaja ahí. Lo cierto es que las renuncias vienen tras mucha reflexión y de manera completamente empírica. Hay veces en que dar un paso atrás (en mi caso, cambiar de trabajo a uno menos cualificado) te deja tiempo libre para crecer de otra manera. Yo acudí a terapia psicológica cuando vi que no sabía manejar ciertos puntos débiles. Aprendí, y avancé, sigo avanzando. Volveré siempre que sea necesario; si das con un buen profesional relativizará tu condición de enfermo y se centrará en la condición de persona que evoluciona, el que yo creo que es el camino correcto, que muchas veces se nos olvida. Hace unos meses tuve una brutal crisis de ansiedad, y recuerdo la frase con la que me presenté en urgencias: "A ver, tengo trastorno bipolar, pero creo que lo que me está pasando es la respuesta lógica a muchas situaciones de presión acumuladas". Creo que cuando una renuncia aparece en el horizonte, es porque debes mirar hacia los lados, eso no era para tí. "Donde tropiezas, ahí está tu tesoro"