Todas las personas, diagnosticadas con trastorno bipolar o no, estamos condicionados en mayor o menor medida por las expectativas. Cuando tomamos una decisión o afrontamos un cambio siempre lo hacemos porque esperamos que nos traiga «algo» a nuestras vidas. Una de las cuestiones que me parecen importantes para tratar de evitar situaciones de euforia que viví hace ya más de diez años está relacionada con el tema de las expectativas.
Cuando tomé la decisión de cambiar de profesión y de vida, lo único que esperaba era que mi salud mejorara. Gradualmente fui recuperando un estado de ánimo natural y fui perdiendo la sensación de carga que mi profesión me provocaba en muchos aspectos. Hoy es el día que he llegado a reconocer cuáles eran los motivos que hacían que mi vida, en cierta manera, fuera gris y sin el sabor que disfruto ahora. Algunos tenían mucho que ver con mis limitaciones, otros muchos con el entorno en el que me desenvolvía.
Volviendo al tema de las expectativas, una vez que he recuperado el bienestar psicológico no espero nada en particular de ninguna de las actividades a las que me dedico. Pongo ilusión en todas ellas y me preocupo por hacerlas lo mejor que sé. Sigo aprendiendo y mi mayor satisfaccion es ver los resultados de mi labor. Todo lo que hago, lo hago con la sana intención de ayudar a quien sufre con lo mismo que yo sufrí y dejé de hacerlo. No me interesa tanto la cantidad como la calidad en lo que hago, si puedo ayudar a cien mejor que a diez, pero en realidad no «espero» nada al hacerlo.
La vida se vive de una forma diferente cuando no te sientes arrastrado por las expectativas. No es necesario ni ser ambicioso ni desear algo como si te fuera la vida en ello para conseguir llegar allí donde quieras llegar. Únicamente es necesario empezar y no parar, una vez que has encontrado aquello que para ti merece la pena. Además, por mucho que trates de evitar tener ninguna expectativa realmente no lo conseguirás nunca porque es una verdadera utopía. Si tratas de hacerlo conscientemente, lograrás al menos reducir el efecto perjudicial que puede tener en tu salud si te dejas guiar ciegamente por ellas. Me parece muy útil no olvidarlo, y es algo que tengo siempre presente en mi vida. Y para terminar y volviendo a la publicación anterior: «Se pueden perseguir los sueños sin tener grandes expectativas».
Hay 2 comentarios en este articulo
Un sueño apunta en una dirección, pero sólo es un sueño a menos que como dices se empiece a trabajar en él y no parar.
De los sueños, de los objetivos, de los propósitos nacen las expectativas. Dependiendo de la propia exigencia serán realizables o no, aunque en realidad no importe su consecución o no, siempre y cuando mantengan el motor en marcha.
Es decir, en el caminar importa el destino porque es la dirección elegida, pero más importa el paso a paso, la sensacion dinámica de avance.
Si en ese caminar juntas y orientas a otr@s más, tanto mejor. La buena compañía sienta tan bien.
saludos
Theo, yo pienso que las expectativas están antes de los sueños, los objetivos o los propósitos. Quizás leer tu comentario me haya enseñado mucho. ¿Puede ser posible poner primero antes el carro que los bueyes? Si es así, espero aprender a hacerlo algún día. La sensación dinámica de avance es uno de los grandes placeres de recuperar la salud. Si la has sentido ya, enhorabuena! :)