Qué bien suenan juntas estas dos palabras. Cuántas veces hemos pensado en que el único culpable de algo es el padre perpetuo, la pareja del momento o el político de turno.
Cuanto más aprendo más me doy cuenta de que no hay únicos ni culpables. La palabra culpa cuando has perdonado a quien te ha hecho daño desaparece de tu vocabulario. Hace tiempo pensaba que mi padre había sido el único culpable de todo. Como resumen no está mal, como historia es bastante incompleta. Ahora sería capaz de escribir doscientas páginas que explicarían mucho mejor lo que me ocurrió en los años de más sufrimiento. Como no tengo interés en hacerlo porque el relato no sería muy útil, quédate con estas líneas. Valen más que el libro completo.
Hoy es el día del padre. Una persona me ha llamado para felicitarme por lo buen padre que soy y mis hijos se han olvidado. No me importa porque el día de la felicidad es mañana. Y si ellos son felices, yo soy feliz. O quizás mis hijos no creen que yo sea tan buen padre :))