Convivir con una persona nunca es fácil. Si eres la clase de persona que salta con facilidad resulta el doble de difícil. Yo tuve algunos problemas durante un tiempo porque, a veces, tenía reacciones con mi mujer que eran exageradas. No eran muy a menudo, pero cuando algo me hacía daño yo acababa haciéndola daño.
 
Adaptarse el uno al otro supone que cambien dos. A mí me costó mucho hacerlo y hoy es el día que me siento más cerca de poder evitar que se me vaya la cabeza. Elevar la voz o arrasar con las palabras cuando he aguantado demasiado tiempo sin desahogarme cada día me pasa menos. Me alegro mucho de que así sea porque me hace sentir muy bien poder tratarla tan bien como ella me ha tratado siempre. Tuve mucha suerte de encontrar una mujer como ella: generosa, paciente y cariñosa. Ella ha hecho mucho porque cada día nuestra relación sea mejor y lo ha conseguido. Mi parte ha sido más fácil porque mi trabajo principal ha sido cambiar aquellas cosas en mí que necesitaba para mejorar la relación. Primero aceptarla como es. Durante muchos años ella se volcó en hacerme feliz dándome todo lo que yo quería. Hace algún tiempo empecé a hacer yo lo mismo y últimamente he tomado decisiones que antes me hubieran resultado imposibles.
 
Nunca he sido una persona egoísta. Sin embargo, pienso que con trastorno bipolar es fácil parecerlo en algunas ocasiones. Cuando queremos algo, lo queremos sí o sí. A veces para bien. Otras para mal del otro. Cuando choca lo que yo quiero con lo que quiere el vecino aparece un problema. Cómo llevar esta situación de la mejor manera no supone ceder. A mí me obligó primero a reconocer lo que quiere la otra persona. A pensar si puedo dárselo o no. Aprender a perder algo hoy para ganar mañana.  O para ganar tranquilidad hoy. De esta forma he aprendido a sentirme cada vez más unido a mi pareja, a disfrutar más juntos y a quererla más. Nos casamos hace casi seis años. Ella podría haberme dejado más de una vez por mis reacciones; reacciones que no me gustaba tener y ya no tengo casi nunca. Ella ha hecho mucho porque hoy la quiera como la quiero. Hace poco, me di cuenta de que había llegado el momento de hacer cosas importantes por ella. Ese tipo de cosas que son muy importantes para el otro y que a nosotros nos cuesta hacer. Ese tipo de cosas que, diagnosticado con trastorno bipolar, a veces resultan imposibles. Me alegro de seguir insistiendo. Insistir casi siempre me ha llevado lejos. Y el amor lo cura todo.