Cuando sufría los síntomas del trastorno bipolar hace más de veinte años, imaginaba un futuro distinto muy ideal. Pensaba que poner en marcha una empresa sería una alternativa a mi situación.
Acabé ingeniería industrial y pensé en mudarme para trabajar en el sector turístico. Estudié diseño gráfico e imagen corporativa. También instrumentos financieros avanzados y gestión de carteras. Pensé en abrir un restaurante o una empresa de márketing. No hice ninguna de las dos cosas. Mi imaginación es muy activa y crear me motiva mucho. Tuve problemas con el estrés y mi exceso de imaginación me llevó a una manía psicótica. Deseaba con tanta intensidad que un día mi cabeza salió volando. Dos años antes había sufrido una depresión. La primera depresión de mi vida.
«La hipomanía y la manía pueden cuajarse de manera inconsciente con la imaginación. Cuanto mayor sea el deseo, mayor es el riesgo de manía. Cuanto más difícil te resulte mantener la calma, más fácil será que la situación te desborde. Si encuentras maneras de relajarte cuando persigues algo, habrás ganado control para lograr lo que quieres. Cada vez que te sobrecargas, tu capacidad de prestar atención a lo que sucede fuera se ve afectada. Tenerlo en mente puede ser una especie de seguro para ti.»