Después de escribir con ilusión dos libros y dedicarme a los demás en Esperanza Bipolar, ahora toca hacer algunas cosas con menos ganas. Hace seis meses empecé a sentir menos motivación pero algo bueno me trajo: más tranquilidad.
Ahora me veo como veo a muchas personas sin trastorno bipolar que conozco. No sonríen todos los días pero hacen una vida. Me imagino que esta vuelta a la normalidad es una buena señal. Ya me siento mucho mejor y me he adaptado a la nueva situación con mi pareja. Me ha costado pasar un mes difícil pero siento que ya he pasado lo peor.
Recordando me doy cuenta de algo. Empecé a recuperarme cuando busqué la tranquilidad y comencé a hacer cosas que me apetecían. Algo que te apetece no es algo que te mueres por hacer, pero es algo que te gusta hacer. Después, algunas de las cosas se convirtieron en pasiones que disfruté mucho y que ahora son la base de mi rutina. Ahora siento más la serenidad que el calor de la llama de los últimos años. Una sensación cálida con una llama débil que todavía es un gusto.Todo parece indicar que para mí, esto es el fin de la enfermedad llamada trastorno bipolar.