Tengo tres necesidades muy marcadas. Sentirme útil, sentirme tranquilo y querer a una mujer. Cuarenta años me costó satisfacer la primera y cincuenta años la segunda después de aprender a no estresarme.
Hasta los cuarenta sufrí dos depresiones, las recuerdo con claridad. También una crisis de manía y un brote psicótico. Después del accidente al que sobreviví de milagro pasé mi última depresión. Ya han pasado casi quince años desde entonces pero estuve en riesgo más de una vez. Me siento más libre de la enfermedad conocida como trastorno bipolar y de los riesgos que nunca. He pasado por circunstancias que antes me habrían desestabilizado y siendo consciente de algunos recuerdos me he dado cuenta de que no me ha pasado lo que antes me pasaba. Dos necesidades me llevaron a Esperanza Bipolar. El estrés también me afectó en Esperanza Bipolar hasta que descubrí cuál era el origen de mi estrés. Pensaba que podía tener cierto control para evitar que los demás sufrieran y eso me sobrecargaba. Me liberé de esa presión y se acabó el estrés. Lo malo no es vivir, lo malo es no poder soportar la incertidumbre que supone vivir. En el trabajo, en el amor, o en la familia. Superar esa barrera me ha cambiado la vida de manera radical a mejor. Adaptarme a mi trabajo como ingeniero fue misión imposible. Quise pero no pude. Adaptarme a mi ex-mujer fue posible. Quise y pude. Al hacerlo, acabé queriéndola. De todas formas, no siempre quise y pude.
«Piensa en tus necesidades. Piensa en si eres capaz de soportar la incertidumbre para satisfacerlas. Si no puedes, correrás más riesgos. El estrés es el fuego que enciende la dinamita. No sufrir estrés no siempre es posible. Si eliges bien, lo tendrás un poco más fácil. Si te equivocas, siempre puedes rectificar. El tiempo provocó cambios en mis necesidades diarias, pero siempre con el mismo propósito»