Esta semana he hablado con una persona que aprecio mucho. Aunque no la conozco personalmente, sé que después de llevar bastante tiempo sufriendo ahora es feliz. No lo digo yo, me lo contó ella.
No suelo encontrarme muchas personas diagnosticadas con trastorno bipolar que me digan que son felices, más bien lo contrario. Ser feliz no está al alcance de todos porque, además de muchos recursos, se necesitan circunstancias más o menos favorables. Pocos son quienes, a pesar de un entorno o una situación difícil, son capaces de encontrar la manera de ser felices «a pesar de».
Cuando ella me lo contó, me hizo mucha ilusión. No pude evitar una pregunta después de recibir tan buena noticia: -¿Qué es lo que ha hecho posible un cambio tan radical en tu vida?
Ella se había abierto a sus amigos, perdido la vergüenza, y había sido sincera. Quizás por primera vez.
Cuando alguien logra dar un salto en su vida con un pequeño paso -convertido en un paso de gigante- me sorprende el avance que puede suponer algo aparentemente tan sencillo, y no tan fácil en la práctica.
La vergüenza tiene mucho que ver con el miedo. El miedo a perder algo o a alguien hace que ocultemos algunas cosas a los demás, y aunque no todos los miedos son infundados, muchos sí lo son. Desde mi punto de vista, el miedo más comprensible para ocultar un diagnóstico es el miedo a perder, o a no encontrar, un empleo. Todos los demás no sólo limitan tu vida, te hacen daño. Conozco personas que se avergüenzan de la enfermedad y la mantienen oculta por miedo al rechazo. Aunque lo entiendo perfectamente, veo una ligera tristeza en ellas. Me da la impresión que parte de esa tristeza tiene mucho que ver con no poder mostrarse a los demás sin miedo ni vergüenza.
A mi nunca me ha importado demasiado lo que piensen los demás aunque sentí vergüenza de mi mismo cuando sufría la enfermedad. Me avergonzaba del sufrimiento, no de la enfermedad. Me sentía incapaz de hacer algunas cosas que los demás hacían sin esfuerzo aparente. No avanzaba a pesar de mi esfuerzo, o cuando lo hacía, necesitaba mantener el esfuerzo como si no hubiera avanzado nada en realidad. Perdía la motivación con demasiada frecuencia, y pensaba que rehuía la responsabilidad. Todo aquello quedó atrás hace tiempo.
Ahora sonrío todos los días, y me levanto con ilusión de la cama una vez que dejo el dolor en ella. No me avergüenzo de mi condición, ni de cómo soy, ni de lo que hago. Cuanto mejor me siento, más motivado estoy, y cuanto más motivado estoy, mejor me siento. Cuando logro algo lo disfruto mucho, lo que no logro ni lo veo. He conocido personas que «se crecen» con los logros de los demás cuando son ellas quienes los facilitan. Con el tiempo me he dado cuenta de que soy una de ellas. Crezco y «me crezco» con los logros de los demás. Si te identificas conmigo en cierta manera, podrás aprovechar mucho de este comentario.
En resumen, pierde la vergüenza con quien puedas y quieras perderla. Te sentirás mucho mejor siendo un «sinvergüenza» 🙂
Hay 11 comentarios en este articulo
Mi queridisisismo Amigo,
Ame tu Blog, me senti tan identificado con el,
Siempre leerte es un placer
Absolutamente de acuerdo, hace tiempo la perdí y al que no le guste no merece.mi amistad...
JAJAJAJA yo soy una completa sinvergüenza, mi estimado Alberto :)
Hola a todos, hace mucho tiempo que no escribo en el blog, me desenganchado un poco-mucho porque ahora estoy centrada en la asociación de bipolares de mi región, Asturias, que me ha proporcionado un gran apoyo en los meses que llevo en ella.
De todas maneras aún tengo reparos para ser una sinvergüenza con mi enfermedad. Estando en el grupo de bipolares la vergüenza se evapora y puedo ser yo misma, al igual que con mi familia y mis amigos ( los de verdad), con los conocidos aún no lo soy, en realidad, creo que es algo que no les incumbe y que en muchos casos sólo serviría para despertar el morbo.
Por cierto, no sé si has publicado ya el libro y si ya está a la venta, me interesa mucho tenerlo y poder donarlo a mi asociación A.B.A. ( Asociación de Bipolares de Asturias).
Muchas gracias.
No me animes, Itzia, que tengo tema para rato ;))
Christian, aunque yo no sé si se la merece, lo que si sé es que no me preocupa :))
Lucy, me gusta verte reir ;))
Shelly, hace tiempo que me di cuenta de que una de las grandes ventajas de acudir a una asociación es que ayuda a "evaporar" la verguenza, tal y como tú dices. Me alegra muchísimo que te sientas mejor y que colabores con A.B.A. Conozco a Francisco de las redes sociales y me parece una gran persona, y una persona de carácter. En tres años, la asociación Esperanza Bipolar ha cambiado la vida de muchos. A mejor, se entiende :))
Se me olvidaba la pregunta sobre el libro. La editorial se está retrasando en hacer su trabajo, espero que pronto esté disponible para todos. Gracias por interesarte.
increíble lo bien que lo explicas. Yo sentía miedo de la gente cuando estaba mal, no podía relacionarme bien. Ahora sí, aun con días "tontos" en los que se me cruza un poco el cable y procuro no forzar las cosas con nadie para no pasarlo mal y pienso en que mañana será otro día y estaré "normal"
A mi me pasaba igual, Irene. Tenía muchos problemas para relacionarme, aunque quizás no todos tenían que ver con el trastorno bipolar. Ahora, todo eso quedó atrás.