Este año que termina me siento más relajado. Soy una persona tranquila, pero eso no quiere decir que no me haya llevado mucho tiempo aprender a relajarme. Exactamente cincuenta años. Una de las claves para sentirse bien con trastorno bipolar es llegar a dominar este arte tan complicado. Aunque los detalles darían para un libro, te lo cuento en pocas líneas para que te ahorres tiempo y dinero.
Lo más importante, y lo que más me ha costado, es aprender a relajarme después de pasar por una situación en la que la dopamina se me ha subido a la cabeza. Sabrás bien de qué te hablo porque es la clásica sensación en que no puedes dejar de pensar en algo y has perdido la capacidad de prestar atención a nada que no sea tu propio raca-raca. Este último paso tiene bastante dificultad porque depende de muchas cosas. En situaciones de estrés resulta más complicado parar el coco. Cuando te has expuesto a una situación emocional intensa también. He aprendido a no sentirme desbordado y a tomarme todo con la ligereza suficiente como para matar a mi gorila. Siento las cosas pero no me hacen daño. Me puedo llegar a emocionar con algo pero me afecta durante un tiempo limitado. La emoción que más soy capaz de mantener hoy en día es la alegría.
Aunque he tenido que pensar mucho sobre las reacciones que más daño me hacían para reconducirlas, quizás lo más importante haya sido darme cuenta de algo vital. No cedo a lo que los demás puedan querer de mí pero tampoco obligo a nadie a que hagan nada que no quieran. Acepto las reacciones de todo el mundo aunque no las comprenda muchas veces. Respeto las opiniones de todos aunque no las comparta. No malgasto ni una gota de saliva con quien piensa al revés que yo aunque sepa que está equivocado. He perdonado a las personas que más daño me hicieron y me he dado cuenta de que pocas personas tienen mala intención. Algunos hacen daño por ignorancia y otros porque no pueden evitarlo. No tuve suerte en momentos críticos de mi vida, pero me alegro de haber sabido reconducir mi vida. Hoy no te he hablado mucho del trastorno bipolar. O sí. Me sorprende a menudo leer a personas que son capaces de distinguir lo que tiene que ver con el trastorno bipolar y lo que no. Como si en un árbol se pudiera separa la savia del tronco. Aunque a partir de ahora te pareceré una persona cualquiera que escribe en un blog personal.