Mi amigo ya es otra persona. Tenía treinta y tres años cuando le conocí. Estaba muy jodido por el trastorno bipolar y casi pierde la vida por desesperación. Muchas muertes llamadas suicidios suceden así.
Hoy tiene sus dificultades, como casi todo el mundo. Sin embargo, puede pensar con claridad y toma decisiones inteligentes. Sabe lo que quiere y lo que no, disfruta a ratos, y tiene intención de preparar unas oposiciones. Cuando conocí a sus padres estaban llenos de miedo, el sistema de salud les había hablado de pisos tutelados. Su preocupación era qué sería de su hijo. Ahora él piensa en cuidar de su madre cuando sea mayor. La vida, a veces, se da la vuelta. En doce años mi amigo ha mejorado un cien por cien. Somos comos dos gotas de agua y le aprecio mucho.
«Hay muchas cosas que influyen en la salud de una persona con trastorno bipolar. Una de las más importantes es estar rodeado de las personas adecuadas. La influencia de los demás es lo que determina que una persona se sienta mejor o peor. Por este motivo, es bueno ser muy selectivo. Hay buenas personas que pueden ser incapaces de ser una ayuda eficaz, y las personas amorosamente inteligentes son las más convenientes»