Hace años evité tomar decisiones por miedo a personas importantes para mí. Mi padre condicionó mi vida y tardé veinte años en desandar un camino equivocado que me perjudicó mucho.
Ahora es todo lo contrario. Pocas veces decido algo en contra de mi voluntad para evitar las consecuencias de mis decisiones. Hago una excepción si creo que puedo hacer daño a alguien y me lo pienso diez veces. Si estoy seguro de que yo me acabaría haciendo mucho daño si no hago nada, decido lo necesario a pesar de hacer daño a otra persona. En el último año lo hice dos veces con dos mujeres que quise. A veces he hecho daño sin querer, como casi todo el mundo. No soy la persona más generosa del mundo, pero pocos me ganan en generosidad y sé que he herido a pocas personas. Hice mucho daño indirecto a mi hija Raquel, pero hice el trabajo de sanar su herida. Yo he tenido que curar mis heridas en soledad y me siento satisfecho. Llorando y sufriendo. Acumulo muchas heridas y muy profundas. Las cicatrices no son muy visibles, las ves tú que lees este blog. Las primeras heridas tuvieron como autores a mi padre y a mi primer psiquiatra: un auténtico inútil. La última fue consecuencia de un conflicto familiar que me explotó en la cara. Hay quien evita el daño, yo no lo hago y me va bien. Tardo en curar pero curo. Con trastorno bipolar curar las heridas es casi lo más importante. Hay otras cosas muy importantes, pero sin curar las heridas es imposible ser feliz. Y ser feliz es para mí una prioridad que no abandono desde hace mucho tiempo. Evita los síntomas.
«A veces, decido pensando exclusivamente en mí. Aprendí que es necesario para sentirme bien. Sólo evito algunas cosas si siento una inquietud que anticipa un problema. Mi cuerpo habla por mí. Si tienes la sensibilidad suficiente es importante que la tengas en cuenta con trastorno bipolar. Te ayudará a evitar el estrés y puede ayudarte mucho a evitar los síntomas«