Mi familia original no estuvo muy unida, mi familia de ahora está en reconstrucción: un reto que acepto con placer. Aunque me haya llevado mis arañazos, todavía no me he rendido.
Que la familia respete tus decisiones depende mucho de tu familia y de ti. Yo aprendí a hacerme respetar porque solía dejarme hacer o me calentaba la cabeza tragándome mis intereses. No creo ser una persona egoísta, pero cuando quiero algo lo quiero. El problema surge cuando ese algo depende de otro alguien. Antes ponía cara de ángel por la paz mundial y por dentro me nacía un demonio. Ahora ni ángel ni demonio. He aprendido a ser comprensivo y los demás se muestran más comprensivos conmigo. Soy más amable y los demás han cambiado su actitud hacia mí. No me meto en la vida de nadie y sólo espero que los demás me dejen tranquilo.
«La familia puede ser un jardín o un campo de minas. Si hay algo que depende de ti, es elegir entre plantar flores o minas. Los conflictos familiares requieren una inteligencia especial que no se enseña en el colegio. Lo que me funciona es una mezcla de amor y tolerancia. Si muestras amor pero no eres tolerante es como si dieras una caricia y una patada a la vez»