Estar tranquilo es la mejor señal. Pierdo la tranquilidad pocas veces y cuando la pierdo no tardo mucho en recuperarla. Cuando sufría el trastorno bipolar tenía una intranquilidad dentro permanente.
Ahora es muy diferente. Pierdo la tranquilidad por circunstancias concretas. Cuando veo a mi familia tranquila, yo estoy tranquilo. Siempre que pierdo la tranquilidad, el estrés viene de fuera. Llevo una vida tranquila expuesta a lo imprevisible como cualquier otra vida. Soy capaz de mantener la calma en situaciones difíciles, pero no en todas. Aunque no pierda la tranquilidad, si una preocupación queda instalada dentro de mí pierdo la alegría durante un tiempo. Ahora vuelvo a estar alegre.
Hoy he visitado a mi madre. No quiere vivir cien años pero si los vive estaré haciéndola sonreír. Vamos a volver al cine aunque ella esté en silla de ruedas. Intentaré hacer todas sus ilusiones realidad. También hará lo posible por hacer felices a las personas que quiero siempre que pueda. Tengo tiempo para dar y regalar. Y nunca mejor dicho. Esperanza Bipolar me ocupa pero también me deja hacer otras muchas cosas.
Tengo un amigo que tiene trabajo para dar y regalar. Yo espero que ese día no me llegue nunca. Si más personas me necesitan tendré que decir no, aunque ese día parece estar lejos. Sufrí la depresión por no saber qué hacer con mi vida. Por el mismo motivo veo difícil que me vuelva a deprimir. También sufrí de depresión por el estrés de sentirme donde no pude llegar a ser quien quería ser.
«Mi mayor depresión tuvo que ver con no saber salir a tiempo de donde estaba. Por aguantar más de lo que podía aguantar. Años después sufrí una depresión después de sufrir un brote psicótico. La última depresión fue la más excepcional. Me sentía bastante cansado y pensé que no sabría cómo continuar. Si has sufrido depresiones sabrás a qué me refiero»