Cuando mis hijos eran pequeños íbamos a este parque de pinos. Ellos jugaban en los columpios mientras cuidábamos de ellos.
Adaptarse facilita la vida, lo difícil es saber hasta qué punto conviene intentar adaptarse. En este comentario intentaré explicarte los límites saludables si tienes trastorno bipolar.
Pasé diez años intentando adaptarme a una profesión. No lo logré. No todo fue negativo porque aprendí cosas que luego me han ayudado. La realidad es que diez años son muchos años como para olvidar lo doloroso. Estuve en el psiquiátrico y sufrí mucho. Las depresiones y la desilusión por vivir son difíciles de olvidar.
Empecé a descubrir que había cosas que me gustaba hacer y comencé a hacerlas. Me dejé llevar y dejé de juzgarme. Me dediqué a lo que me aportaba mucho y me ilusionaba. Suavemente, mis necesidades tiraban de mí.
Antes me obligaba, ahora hago lo que quiero. Me dejo llevar más por la facilidad que por el esfuerzo. Sin embargo, un poco de esfuerzo es necesario a veces. Me motiva que alguien pueda encontrar utilidad a mi dedicación, aunque no tengo tanta ilusión como al principio. Lo hago todo más tranquilo, puedo hacer más cosas, y no me estreso con ninguna. No consigo hacer todo lo que me gustaría, pero no me importa. Tengo tantas cosas que me ilusionan que puedo prescindir de otras.
«Llevaba mucho tiempo intentando adaptarme, y no era buena señal. Lo mejor fue abandonar porque mi vida no dependía de adaptarme, pero mi salud sí. Aunque pienses que puedes lograrlo, muchas veces no es posible. Ahora sólo hay un motivo por el que hago un esfuerzo por adaptarme. Que lo que quiero sea muy importante para mí, que no dependa en exceso de ello, y que no me haga daño.»