Haber superado la enfermedad es un placer, pero hay otras muchas alegrías que han venido pegadas a lo aprendido que me permiten navegar en aguas turbulentas. Me sorprende la naturaleza humana, pero la inhumana también. La mía incluída hasta hace poco.
Siento que si alguien hubiera intentado ponerme una prueba más difícil a propósito, no lo habría conseguido. Ahora mismo, me siento satisfecho y tranquilo, porque cualquier cosa que pase la daré por bienvenida a mi vida. Si me separo de mi mujer o si mi hija decide alejarse de mí. Son personas adultas las dos. Lo que sí tengo claro es que ya no voy a permitir algunas cosas. Como las cosas no pueden ir a peor, sin haber intervenido yo, ahora veré si el jefe de la manada es capaz de mejorar algo. No veo recursos a mi alrededor, y eso me hace más fácil tomar la decisión de cambiar de actitud.
Me siento muy satisfecho. Hasta un neurotípico se habría vuelto loco en mi situación. Yo ya no sé ni lo que soy, no debo ser ni neurotípico. Como sé lo que tengo que hacer, y lo voy a hacer, no estoy nada preocupado. Voy a seguir dando amor a mis dos mujeres de la casa, aunque lo normal hubiera sido llegar a la conclusión de que hasta ahora no me ha servido de nada. Sé que sí. Y de mucho.
También sé que los mayores problemas entre las personas se crean a partir de pequeñas cosas. El problema es que pocas personas se dan cuenta de esto, o no saben cómo cambiar de actitud ante algo que se cumple nueve de cada diez veces. Te iré contando sobre la marcha cómo sigo.