Antes no, ahora sí. Hasta los cuarenta años anduve buscando porque me faltaba algo. Necesitaba encontrar el lugar donde sentirme útil y poder hacer algo donde salir de la mediocridad. También necesitaba un entorno de libertad.
No sabía lo que necesitaba hasta que descubrí que lo que más me apasionaba era aprender. Entre otros motivos, sufrí mucho por no poder aprender al ritmo necesario para desarrollar mi trabajo. Cuando dejé mi profesión, lo hice porque no tenía suficiente estimulación, y sentía que ya no me quedaba ningún recorrido. Si siento que no avanzo, muero un poco. Mi primera depresión tuvo su origen en una sensación de no poder. Antes de la depresión, quería pero no podía. Ahora que tengo claro lo que necesito, me resulta mucho más fácil. Con aprender algo todos los días, compartirlo con los demás, y tener cerca a las personas que quiero, mi vida no puede ser mejor.
«Para saber lo que necesitas, tienes que ir probando. Si no te sientes bien, hay algo que necesitas y falta en tu vida. Cuando lo hayas descubierto, lo más importante es ir aprendiendo a conservar lo que necesitas. Si son personas que quieres, la única opción es trabajar tus emociones si se te desbordan. Si no lo haces, se alejarán de ti o te harán la vida más difícil. Si es un trabajo, necesitarás aprender a manejar la presión que la mayoría de trabajos conllevan. Si no lo haces, tendrás que abandonar y buscar otro trabajo.»