Quince días de descanso que me han sentado tan bien como el sexo. El que disfrutaba antes me refiero. Estaba a punto del catacrack físico y tuve la suerte de poder salir a ver plataneras antes de las restricciones.
No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy, dicen. No dejes para luego lo que quieras hacer ahora, digo yo. Con trastorno bipolar todavía con más motivos. Soy una persona con una fachada que no se corresponde con la estructura del edificio. Cada día aparecen nuevas grietas, así que en lugar de sacar chispas a a la vida sólo puedo sacarle chispitas. Si trabajando estás tranquilo o tranquila, adelante con tu trabajo. Si tienes trastorno bipolar y no es así, a la mierda con «ese trabajo». Si sustituyes la palabra trabajo por cualquier otra que se te ocurra, lo mismo te digo. Si me da gusto ver flores exóticas o árboles más altos que muchas urbanizaciones, ¿qué culpa tengo yo?.
«Dos de cada diez disfrutan de su trabajo, dicen los neuronormales. Con trastorno bipolar la inmensa mayoría no trabajamos. Yo trabajo diez veces más ahora que cuando trabajaba y soy pensionista. Mi problema es que al trabajo del hogar no se le llama trabajo. Al voluntariado tampoco. Me gusta hacer las cosas porquesí y hacer los cocidos a mi hijo Roberto»