Para conseguir todo lo que me he propuesto no me he presionado en ningún momento. No tener una presión desde fuera me ha permitido ir encontrando mi expresión y aprender en cada error.
He aprendido de mis aciertos y mis errores por igual. Para aprender he pensado en mis errores y los he recordado más de una vez. Para aprender de mis aciertos también he pensado en ellos y me he alegrado al darme cuenta de los avances. Ayer me reuní con tres personas por Skype un año después de la primera vez. Al apagar el ordenador tuve una sensación tan agradable que es la prueba final de todo lo aprendido.
Soy capaz de trasladar mi tranquilidad de un lugar a otro porque va conmigo a todas partes. Todavía hago pequeños ajustes cuando tengo la intuición de que se presenta algo que puede sacarme de mi sitio. En estas situaciones, he aprendido a mantener la cabeza más fría manteniendo el corazón cálido. La verdad es que me ha costado mucho tiempo y muchas neuronas. Aunque no sé lo que el futuro traerá, me siento en un momento óptimo para continuar con mi vida y mi dedicación a Esperanza Bipolar.
Hace veinte años estaba en una situación muy diferente. Era muy inconsciente y no sabía lo que se cocinaba dentro de mí. Y algo mucho peor : desconocía lo que necesitaba y me encontraba en un entorno demasiado incómodo para mi naturaleza. Necesitaba sentirme útil y hacer algo importante con mi vida. Ahora que he llegado hasta aquí, sólo me queda continuar. El estrés ya es pasado y la vida sin estrés es ligera como una nube. Las nubes se mueven lentas y yo me muevo como ellas. Podría ir más rápido pero me gusta el ritmo de las nubes.
«Cuando llegas donde quieres llegar, la sensación es muy placentera. Cuando no te presionas por llegar, tienes más posibilidades de llegar. Ya no necesito tomar decisiones importantes porque me he dado cuenta de que sólo son necesarias cuando el cuerpo te lo pide. Ahora mismo estoy tan tranquilo que puedo mirar la vida pasar sin dejar de pasar por la vida»