Tengo un amigo al que conocí hace mucho tiempo en Vitoria. Después vino a Esperanza Bipolar de Bilbao durante años. Mejoró mucho y su intención es llegar a tener una vida sin fármacos.
Cuando nos conocimos él no estaba bien. Tampoco yo estaba como estoy ahora. Acababa de sobrevivir a un accidente y no me encontraba físicamente como catorce años después. Después él comenzó a venir a las reuniones de Bilbao. Estuvo en Esperanza Bipolar durante varios años y fue mejorando poco a poco. En un taller de escritura escribió una hoja que nunca olvidaré. Se separó de su mujer y vendió su furgoneta. Le gusta mucho la montaña y tocar la batería: hace las dos cosas siempre que puede. Siempre me dice que no suele pensar en el trastorno bipolar porque no le ayuda. Desde hace algún tiempo se siente mejor y su psiquiatra está satisfecho con su evolución. Yo estoy contento de verle bien.
«La mayoría de las personas que vienen a Esperanza Bipolar mejoran mucho. Me gustaría saber qué pensarían sus psiquiatras si vieran lo que yo veo. La asociación es un lugar donde las personas hablan con libertad y sin miedo. No puedo imaginar ningún sitio donde una persona diagnosticada con trastorno bipolar pueda sentirse tan cómoda. En poco tiempo, el resultado es muy llamativo»