Por suerte no tengo que tomar decisiones difíciles todos los días. Sin embargo, ayer tomé una decisión que me ha liberado de una preocupación. Al menos, de momento.
Siempre que hay una decisión en la que el miedo tira de un lado y otra fuerza tira del otro, problema a la vista que se puede hacer bola. Como no quiero cuajar malos sentimientos, he tenido que vencer al miedo pensando en mi futuro y en el futuro de las personas que quiero. Mi familia siempre es mi prioridad número uno. Al mismo tiempo, he tenido en cuenta que tengo que cuidar de mí porque, si no lo hago, no podré ocuparme de nadie más.
Cuando se te mete un gusano en la cabeza, y te ronda más de un día, conviene hacer caso a la señal de alarma. Los gusanos siempre anticipan lo peor y acaban por devorarte o provocando que devores al vecino. Como decía el cocinero Jose Andrés: «Eso no queremos». El gusano puede provocar un sentimiento cada vez más insano o reacciones explosivas. Cualquiera de las dos cosas son pólvora para los síntomas y las crisis del trastorno bipolar. El maldito gusano también puede provocar una depresión.
Si rebobinas la película y piensas sobre lo que te sucedió cuando explotaste a lo grande descubrirás cosas. El otro día alguien en una conversación de Skype dijo que saber lo que te pasó no cambia nada. Yo no estoy del todo de acuerdo. Puede que sí y puede que no. Si no haces ese ejercicio de recordar, nada cambiará sí o sí. Así que mi recomendación es que siempre es mejor hacerlo, cuantas más veces mejor y si no dejas de hacerlo hasta el último día mucho mejor. La vida es hacia adelante, pero los golpes también ocurren yendo hacia adelante.
Una manera de tomar una decisión difícil consiste en ver las consecuencias a largo plazo. Cuando son positivas para las personas que te importan, adelante con ella. Agarrarse a la decisión es también muy importante. A veces hay que renunciar a algunas cosas si eres capaz de ver lo más importante. Mi tranquilidad, por ejemplo, no tiene precio. Me ha costado lograrla mucho tiempo como para ponerla en riesgo. No voy a permitir ni aceptar que nadie me saque de ahí.
«Tu bien más preciado es lo que más necesitas para sentirte bien. Si eres capaz de descubrir cuál es la necesidad a la que no puedes renunciar para sentirte bien avanzarás mucho. Mi necesidad viajó por muchas islas conectadas siempre por las palabras. La lectura, la escritura, el pensamiento y las conversaciones con personas de Esperanza Bipolar. Ahora, la vida con menos palabras»