Hace dieciséis años abandoné una profesión. La mejor decisión que pude tomar y me costó tomar más de diez años. Dos ingresos en el psiquiátrico, tratamiento farmacológico y mucho daño.

Hoy escribo sobre abandonar por dos amigos que conozco bien. Don José abandonó y ahora es feliz. Otro buen amigo acaba de abandonar, por el momento, y está mejor que hace un mes. Abandonar cuesta pero puede ser la decisión más inteligente. Yo, de haberlo sabido, habría abandonado antes. La segunda parte es recomenzar. Quizás yo tuve suerte en ese sentido, aunque tengo otro amigo que no da importancia a la suerte. Quien piensa así debe haber tenido buena suerte en la vida o, al menos, no mala suerte. Abandonar no es una actitud, es una decisión. Como toda palabra negativa tiene mala prensa. Los psicólogos y psiquiatras, entre otras razones, están a tope porque muchos diagnosticados con trastorno bipolar no abandonamos a tiempo. Las farmacias ni te cuento.

«Si llevas tiempo sin poder pero queriendo, abandona. Sobre todo si querer te ha provocado estrés. Abandonar algo, o a alguien, es más difícil de lo que la gente cree. A veces, abandonar no es tiempo perdido, es tiempo ganado. Yo hice la excepción por amor durante quince meses. Mi única condición siempre es intentar no hacer daño, aunque no siempre lo he conseguido»