El trastorno bipolar es pasado para mí. He tenido que cambiar mucho para poder decir esto con toda la tranquilidad del mundo. Me voy dando cuenta de los detalles más importantes que me llevan a esta conclusión. No soy una persona que me guste agarrar el volante de los demás, pero he tenido que hacerlo.

Mi situación familiar, para una persona como yo, era de dificultad grado 10. Muchos hubieran perdido la cabeza en una situación parecida,  y yo ya no. Gracias a todo lo que he aprendido en los últimos años, ya no hay situación emocional que me haga perder el control. No soy invulnerable, pero soy menos vulnerabable que la mayoría de personas que conozco. Quizás haya tenido que llegar a este casi extremo para tener una buena vida. El premio ha merecido la pena.

Si tienes trastorno bipolar, la regulación emocional es una de las partes más difíciles de aprender. Si tuviera que compararlo con algo, es como caerse y levantarse después de cada caída. Después, pensar en cómo te has caído, dónde te has caído, con quién te has caído y por qué te has caído. Si te cuesta pensar, busca un buen motivo para hacerlo. Yo los tenía. 

Mis dos buenos motivos eran dejar de sentirme mal, y dejar de sufrir los síntomas del trastorno bipolar: mi prioridad. Al final, lo he logrado. Cuando me siento mal, me dura minutos el calentón. Estos días he dormido casi bien a pesar del dolor. Hace tres años, en las mismas circunstancias hubiera sido imposible. Una gran señal de mi estabilidad emocional. Eso no significa que no pase malos ratos, eso significa que la sensación de fondo es de felicidad.
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