Hace poco me replanteé lo que para mí es un amigo de verdad. Ver cómo algunos desaparecían y aparecían como luces intermitentes, me hizo ver que todos somos diferentes. Quien quiera que esté.

Lo que me abrió los ojos fue darme cuenta de que les necesitaba más que ellos a mí. Nadie parece necesitar nada hasta que les falta algo. Me daba la sensación de que tenía que andar detrás de ellos y me cansé. Dejé de moverme y ahora me da igual si aparecen o desaparecen. Ahora sólo soy atento y estoy atento a las personas que me corresponden con su tiempo. Los que están distraídos con otras cosas, o no le dan importancia a la amistad, se quedarán en su sitio. No lo digo con resentimiento porque ya no me duelen. Mi impresión es que si alguien no te duele no es muy buena señal. Cada vez veo más personas a las que parece no dolerles nada. No son bipolares, y no es por casualidad. Ahora, la mayoría de mis amigos son bipolares.

«Si tengo muchos o pocos amigos me da igual. Sólo quiero tener buenos amigos. Cada vez es más difícil porque la mayoría de las personas tienen el tiempo justo para descomer y poco más. Si nada es para siempre, muchos amigos tampoco lo son. Casi todos quieren contarte su vida, y a pocos les interesa la vida de los demás. El mundo gira con esta maquinaria y nos quejamos de lo que somos. Intentaré ser para mis amigos de verdad la persona que gira al revés del mundo. Aunque me cueste.«