Antes no podía aprovechar lo bueno porque me faltaba algo importante. A veces, me olvido de lo bueno, pero intento valorar lo que tengo cuando lo malo llega a mi vida.

Durante los años que me faltó disfrutar con lo que hacía era imposible. Tenía todo lo demás, pero mi problema principal no me dejaba sentirlo. La carga de mi trabajo era tan pesada que acabó por enterrar el resto. Me quité la carga y sentí que empezaba a flotar. Me costó más de diez años prescindir de algo que no me aportaba. A partir de ese momento fue todo ganar. Gané tranquilidad e ilusiones. Los cambios también me obligaron a aprender a no sobrecargarme. Ese fue otro gran problema que me hizo la vida difícil durante años. Poco a poco, me fui centrando en lo que más me movía. Y hasta hoy.

Si hay algo que perjudica tu vida, lo mejor es quitártelo de encima. Aunque cueste, es la única manera de empezar a hacer cosas que te hagan sentir bien. Lo que hace daño suele tener alguna ventaja aparente, pero no compensa. Para que lo bueno llegue a tu vida, antes tienes que quitarte lo malo.