Han pasado muchos años desde que tengo el siguiente recuerdo. Más de diez y menos de quince. Me sucedió al menos en dos ocasiones sin saber que aquello correspondía a una palabra conocida en la terminologia médica como manía. He recordado aquellos días porque hace poco tiempo he podido comprobar cómo dos personas, una de ellas bipolar y la otra no, responden a la necesidad de descanso. En muchas ocasiones, cuando una persona no duerme bien responde al cansancio con una mayor activación. La semana pasada, uno de mis hermanos que padece apnea me hablaba sin parar después de dos noches sin dormir lo suficiente.
-«¿Has comido lengua, hijo? Solían decir a los pequeños que no callaban cuando yo era niño.
La falta de sueño parece ser combatida por nuestro cuerpo con una respuesta contraria a la fatiga como la lógica nos podría hacer pensar. Mi hermano, desde luego, me explicaba con todo lujo de detalles algo que otro día cualquiera me hubiera resumido con dos frases. Como un coche sin frenos o una locomotora vomitando humo por la chimenea. Si mi hermano fuera bipolar como yo, hubiera acabado en el andén de un psiquiatra. Afortunadamente no lo es, otros corrimos peor suerte. A pesar de ello, creo que para volver a vivir la euforia, Beyoncé me tendría que invitar a un helado de chocolate. Algo bastante improbable.
Recientemente he estado con personas que he conocido a través de la asociación en un estado tan solo ligeramente parecido. Basta con cruzar una línea invisible a la que muchos se refieren como «click» para terminar diagnosticado con trastorno bipolar. Personalmente, nunca lo viví como un click. Quizás la imagen que me viene a la cabeza tendría más similitud con una salida de Fórmula 1, no con el lanzamiento de un cohete. Mi intuición me dice que el proceso comienza a un nivel inconsciente y, por este motivo, se puede vivir como un click.
Aunque últimamente estoy durmiendo un poco peor, estoy muy tranquilo. Hoy en día, hay pastillas que dormirían a un caballo. Ya son siete años desde que vivo con dolor y, además de los fármacos que obligan a dormir y necesito de cuando en cuando, cuento con muchos recursos para no perder la tranquilidad. No hay mal que por bien no venga, aunque puestos elegir prescindiría del mal hoy mismo 🙂