El estrés que sufrí en los primeros años de mi profesión cuajó en mi primera depresión. El miedo a una responsabilidad que no podía asumir hizo el resto. Dedicado a Anto Nappa.

El trastorno bipolar no afectó a mi profesión, mi profesión afectó al trastorno bipolar. Hice mi trabajo bien a ratos no por el trastorno bipolar, sino porque mi profesión no era para mí. Casualidad o no, no la elegí yo. Antes y después de las depresiones no podía hacer mi trabajo con normalidad. Los ingresos en el psiquiátrico me obligaron a estar de baja laboral durante meses. Cuando volvía tampoco me sentía al cien por cien, pero cogía el ritmo poco a poco. Cuando dejé mi profesión lo hice con tranquilidad. Me había demostrado que era capaz, pero no podía ver mi futuro en aquel mundo. Llevaba demasiado tiempo intentando adaptarme y no lo había logrado nunca del todo.

«Si llevas mucho tiempo esforzándote en algo y no tienes resultados positivos, algo falla. A veces no es algo, es alguien. Yo no valía para estar donde estaba. El tiempo me ha enseñado que todos buscamos un lugar donde poder hacer lo que sabemos hacer. Nadie vale para todo, ni nadie es capaz de cualquier cosa. Un mensaje falso flota en el aire que respiramos que puede hacer mucho daño.»