Durante los primeros años de Esperanza Bipolar tuve algunos momentos de estrés intenso. Mi motivación por ayudar y mi sensación de control crecían. Hasta que empecé a pasarme de la rosca.

Cada vez sabía más sobre el trastorno bipolar, y me sentía más capaz de evitar que los demás tuvieran problemas con la enfermedad. El problema es que todas las personas no cabían en mi cabeza. Prestaba mucha atención a lo que me contaban o a lo que les hacía sufrir. Después recordaba y analizaba demasiado. Como me sobrecargaba, tenía que limitar el tiempo dedicado a estar con las personas fuera de la asociación. A menudo tenía que organizarme para no saturarme. Así estuve durante varios años hasta que me di cuenta de lo que me perjudicaba. Dejé de hacerlo y hoy es el día en que ya no siento estrés. Si no hubiera aprendido a no estresarme, no habría podido comenzar a través de Skype con Sergio que prepara su proyecto desde Jerusalén.

«Si sufres de estrés, sólo podrás superarlo si identificas con profundidad y detalle lo que te lo provoca. Puede ser el exceso de trabajo o la falta de tiempo para hacerlo. También no hacer pausas para descansar. Si el estrés te lo provocan otras personas, la única opción es aprender a conocerte. Saber qué te desestabiliza para comenzar a cambiarlo.«