Recuerdo la época en que mi vida era plana como una hoja de papel. Solía pensar que mi vida era demasiado normal cuando, en realidad, el pensamiento lo único que reflejaba era una sensación de falta de estímulos, de ilusiones, o de intensidad. Momentos demasiado frecuentes en los que echaba en falta una chispa que convirtiera mi vida en algo diferente, más valioso, una vida más satisfactoria en cierta manera. Cuando no estaba deprimido, me sentía apagado o con poca vida. Muchos de mis males tenían que ver con mi profesión. Algunos con el mundo de la empresa o las actividades profesionales que desempeñaba. Tuve que bajarme de un autobús que me conducía a ninguna parte para volver a vivir. Con treinta y ocho años, una edad en la que muchos ya tienen la vida más que enfocada.

Reinventarse, más que una palabra, es una experiencia que merece la pena vivir. Si aciertas, como casi todo en la vida. Después de equivocarme tantas veces, aunque podría decir que lo dificíl hubiera sido no acertar, no lo es. En realidad, no es tan difícil no encontrar aquello que te da la vida. Dicen que, en el terreno profesional, ocho de cada diez no lo encuentran nunca. No todos enferman, afortunadamente. Yo sí lo hice. Abandonar me acabó por alejar de los síntomas del trastorno bipolar, y puso tanta distancia entre ellos y yo, que la enfermedad ya no supone nada para mi en los últimos cinco años.

Para alcanzar mucho más que la salud se tienen que dar varias circunstancias al mismo tiempo. Una sola circunstancia muy desfavorable puede echar por tierra todo en un abrir y cerrar de ojos. Ahora mismo siento que la vida es un gran regalo. A pesar de ello, no creo que lo merezca especialmente porque tampoco creo haberme merecido las desgracias que me tocó sufrir. Quien crea que uno tiene lo que se merece, o ha tenido mucha suerte en la vida, o no ha vivido lo suficiente. Siento todo lo ganado en los últimos años como un aprendizaje que me ha cambiado la vida y me permite cambiar la vida de otros. Quizás simplemente sea esta oportunidad lo que convierte mi vida en algo muy estimulante. Para una persona diagnosticada con trastorno bipolar, una vida poco estimulante puede convertirse en una sufrimiento perpetuo. Lo he visto ya muchas veces, y lo he sufrido en primera persona. Así que si crees que algo te falta, búscalo allí donde puedas encontrarlo 🙂