Estoy leyendo un libro de física del tiempo. Cuando una persona está maníaca, el tiempo vuela. Cuando alguien cae en una depresión, el tiempo se para en un sufrimiento que no termina nunca.

En el trabajo, el día se me hacía largo. Esa sensación tan desagradable tiene que ver con que me costaba encontrar cosas que hacer cuando terminaba lo que me mantenía ocupado. Otro problema añadido era que perdía el gusto por todo lo que era repetitivo y trataba de dedicarme siempre a algo con olor a «nuevo». Así estuve más de diez años con varias depresiones y con una presión interna que no era sostenible. Desde hace mucho tiempo mi día a día está lleno de pequeños placeres y no tan pequeñas motivaciones. El tiempo se me hace más largo por el dolor físico, pero los meses caen siempre al mismo ritmo. Esa sensación de que el tiempo transcurre a la misma velocidad es la mejor señal con trastorno bipolar. Tiene que ver con la química y la física del cerebro.

En la manía todo trascurre a una velocidad increíble. Los días y las noches pasan sin que uno tenga la consciencia de un estado natural. Quedan recuerdos, yo también los tengo. Recordar las sensaciones físicas de la manía es muy importante y ver lo que hiciste en ese estado también ayuda. Hacerlo lo más a menudo posible también es bueno. Yo ya no siento nada especial cuando recuerdo mis días de borrachera química. Al principio, me sorprendía recordar algunos detalles que estaban dentro de mí pero parecían inaccesibles. También pensé mucho sobre los porqués de aquellos días. También en los porqués de aquellos meses y aquellos años.

«Ya no necesito tirar de mis recuerdos, pero a veces recuerdo. Es algo así como ver tu propia película una vez que ya se ha rodado. No tengo ningún sentimiento especial al recordar, pero sí que tuve que limpiar muchos sentimientos. También tuve que soltar presión en momentos puntuales con algunas personas. Si no lo hubiera hecho no me sentiría como me siento.»