Desde hace mucho tiempo intento no tomar decisiones precipitadas. Sin embargo, tuve que echarme atrás dos veces por motivos diferentes. Por suerte, no tuvieron consecuencias porque retrocedí a tiempo.

Detrás de mis decisiones siempre está la ilusión. Si algo me ilusiona mucho, me cuesta decir no. En una ocasión me dije no, después de decirme sí, por una noche de mal dormir. Todavía no tenía el control que tengo ahora para dormir tranquilo. Como sentí que no podría marcar mi ritmo con un proyecto, sufrí de estrés al anticipar algo que podía desbordarme. Hace poco tiempo, también tuve que echarme atrás en una decisión ya tomada. Sentí que no estaba preparado para asumir un compromiso personal demasiado extremo. Soy una persona que necesita tener cierta libertad para sentirme bien. Ahora siempre antes de decidir algo me lo pienso bien y me imagino el posible futuro después de la decisión. Una vez tomada la decisión, estoy atento a lo que me va llegando. Necesito tener cierto margen de maniobra para sentirme cómodo. Detrás de los detalles está el trastorno bipolar.

«Si tomas decisiones sin pensar, es posible que te encuentres con consecuencias inesperadas. Incluso pensándolo también suele suceder. Yo prefiero hacerlo porque me ha ido bien hasta ahora. Sólo hay que pensar las decisiones en las que algo muy importante está en juego para ti. Tu salud es siempre la prioridad. Si conoces cómo afectan tus decisiones a tu salud, habrás ganado mucho»