tranquilidadytrastornobipolar

 

Comencé el año con una sorpresa dolorosa. Mi mujer ha decidido que nos separemos.

Después de hablarlo, vamos a arreglar los papeles y trataremos de intentar una relación diferente: sin obligaciones ni compromisos. Dicho así, no me suena mal. Para mí es todo nuevo porque nunca antes había pasado por algo tan doloroso con una mujer. Supongo que para ella también, pero yo lloré primero cuando me lo dijo. Y no fue la primera vez.

Dormir con dolor crónico y sin pastillas era un reto difícil y ya lo había conseguido. El trastorno bipolar hace tiempo que lo dejo aparte. Con una situación tan difícil como la que he vivido estos días ha sido imposible. Ahora estoy tranquilo. El daño es estrés, y después de llorar la tristeza, me siento mejor. Está claro que es mi manera de manejarlo. Es como si un nudo que no me apretaba dejara de apretarme. Lo raro es que el nudo no había existido nunca.

Tengo un amigo que últimamente dice que la vida es imprevisible. Parece que ahora él empieza a comprenderlo. Yo lo sé desde el momento en que la vida me arrancó la piel a tiras. Hoy no creo en el amor como ideal. El daño ya no me deja soñar. Lo siento amigo mío.