Cuando tengo más cosas que hacer necesito parar. Como mi cuerpo está bastante averiado, no puedo dejar de hacer lo que me sienta bien todos los días y me permite vivir con dolor físico.

Ayer hablaba con mi amigo don José de lo que necesitamos mucho. Yo necesito mucho leer y caminar. Lo sé porque lo hago todos los días. También necesito mucho pensar en abstracto y soñar despierto. Lo sé porque lo hago casi todos los días. Todo lo que he conseguido hasta ahora no habría sido posible si no hubiese pensado en mi pasado, mi presente y mi futuro. Recordar e imaginar me han ayudado mucho. Si no hubiese imaginado mi futuro no lo habría alcanzado. Esta semana cumplí cincuenta y seis años. Si la salud me lo permite, sé lo que me gustaría hacer los próximos quince años. Voy a ir a por ello y lo haré. Desde que no sufro de estrés todo es más fácil. Aunque necesito mucho tiempo para cuidarme, puedo hacer lo que quiero hacer si lo hago poco a poco como hasta ahora. Ya no me atraganto, pero tampoco devoro la vida. Disfruto cada minuto pero sin ansiedad. Necesito disfrutar y la tranquilidad a partes iguales. Necesito hacer y pensar también a partes iguales. No soy muy normal, lo sé. Si fuese normal trabajaría como ingeniero y no habría hecho casi nada de lo que he hecho. Esperanza Bipolar y mis dos libros son importantes y han sido importantes para algunos. El trastorno bipolar sigue haciendo sufrir a muchos. Yo hago lo que puedo con lo que sé.

«Cuando me encontré en un callejón sin salida decidí darme la vuelta. Abandonar algo o alguien, o salir de donde estás es una actitud inteligente cuando se necesita. No está bien visto ni es fácil, pero está peor visto acabar en el psiquiátrico o sentirte como una mierda. Luego todo el mundo se lo explica con una sola palabra pero nos olvidamos de lo importante. No hemos nacido para sufrir»