Con treinta años, el trabajo era demasiado importante para mí. Trabajar significaba saberlo «todo« para controlarlo «todo» y sufría de estrés. Me vi sobrepasado durante más de cinco años.

El estrés me llevó a la depresión con treinta años. Dos años después sufrí un brote maníaco con rasgos psicóticos. Aguanté muchos años en el mismo lugar sin tomar una decisión de cambio. Sentía la impotencia de sentirme incapaz y la vergüenza de no poder. También la culpa por no sentirme motivado en el trabajo. No sabía que la motivación se siente o no se siente. Lo descubrí muchos años después. Sentir la motivación en lo que hago siempre ha sido muy importante para mí. Lo que tanto me hizo sufrir, ahora me hace disfrutar. Todavía me pregunto cómo sería mi vida si no habría encontrado mi lugar y un quehacer que me hace sentir muy bien. Por momentos sufrí de estrés también en Esperanza Bipolar. Había aprendido tanto sobre el trastorno bipolar que vivía con la ilusión de que podía evitar que los demás tuvieran una crisis y eso me obligaba a tener presente a quince personas dentro de mi cabeza. Demasiadas personas para una sola cabeza.

«Durante años me dediqué a hacer cosas que me motivaban pero no me provocaban estrés. Después me encontré con situaciones de estrés por pensar en exceso. Cuando dejé de hacerlo me volví a sentir bien de nuevo. Si sientes estrés en una situación durante el tiempo suficiente y no puedes parar tu cabeza, abandona. Tu salud vale más que cualquier otra cosa»