El año pasado me tuve que adaptar a una nueva rutina. Cocinar para Roberto y hacer las cosas de casa me lleva tiempo aunque cada vez menos. A estar separado de Isabel también me he adaptado.

Adaptarse diagnosticado con trastorno bipolar no suele ser fácil. Me costó casi diez años adaptarme a mi trabajo. Ahora veo claro que tardar demasiado tiempo no es buena señal. A lo que hago ahora me costó adaptarme medio día. Exagero. En el fondo no tuve que adaptarme, mi dedicación está adaptada a mi manera de ser. A Isabel también me llevó bastante tiempo adaptarme. Cuando lo hice, llegó el divorcio. Tuve la suerte de comprender el fondo del problema para continuar con ella. Ahora vuelvo a tener las buenas sensaciones de antes. Lo más importante que he aprendido es a no pensar mucho en el futuro. Ver la realidad, a veces, es beneficioso si se digiere bien.

«Como no soy muy adaptable a ciertas cosas, si veo que algo me va a costar mucho, decido no hacerlo. Si el cambio viene impuesto desde fuera necesito encontrar motivos importantes para intentar adaptarme. En contra de mi salud no hago nada. Me lo pienso mucho y soy capaz de aguantar un tiempo sin tomar una decisión a pesar de no tener algo del todo claro.«