Aunque el trastorno bipolar y el dolor no tienen ninguna relación, voy a escribir este comentario porque en mi vida vivo con el segundo y estoy diagnosticado con el primero.

Me diagnosticaron con trastorno bipolar hace casi quince años y el dolor forma parte de mi vida desde hace más de seis. Sé que hay personas diagnosticadas que sufren de fibromalgia, un tipo de dolor que tiene el mismo origen que el que yo padezco y puede conducir a quien lo sufre a padecer depresiones más o menos recurrentes, si no crónicas.

En realidad, aprender a vivir con dolor puede que sea uno de mis mayores retos, incluso mayor que el que me ha supuesto ir dejando atrás los síntomas del trastorno bipolar. Mi vida requiere de una rutina bastante exigente en cuanto a descanso, ejercicio físico moderado y actividad intelectual constante. Un estímulo como el dolor, requiere de otro estímulo para distraer la sensación nada agradable que se fija en tu cerebro como un clavo a una pared. Aunque al principio, el dolor me hizo sufrir mucho, hoy es el día que es una circunstancia más en mi vida diferente a otras discapacidades que pueden condicionar tu vida pero también limitante en mayor o menor grado. Durante mucho tiempo, el dolor psicológico fue protagonista de mi vida. Ahora y para siempre, el dolor físico es y será actor secundario hasta que pase a mejor vida.

Cuando alguien me pregunta si el dolor es llevadero o si me he acostumbrado a vivir con él, me doy cuenta de lo difícil que es comprender para los demás lo que es el dolor crónico. Lo comprendo y no me molesta porque soy consciente de lo difícil que es imaginar algo que uno nunca ha vivido, como ser invidente, parapléjico o bipolar. Si dijera que el dolor me ha enseñado mucho, no diría toda la verdad pero tampoco mentiría. Si dijera que el dolor me ha ayudado a tener una vida diferente y, en cierta manera, me ha ayudado a tener una vida más saludable, tampoco faltaría a la verdad. Hábitos muy saludables por obligación, pero al fin y al cabo, hábitos saludables. Ser capaz de mantener una rutina de sueño con el dolor que padezco no es fácil. A veces, yo mismo me sorprendo que lo haya logrado. Las limitaciones físicas que me impone las acepté hace tiempo igual que uno acepta pulpo como animal de compañía. Hace cuatro años me preguntaba si podía existir un dolor insoportable porque lo estaba sufriendo  como insoportable. Cuando me di cuenta de que no hay otra alternativa cuando padeces dolor crónico, aprendí que mientras uno está vivo no te queda otro remedio que hacerlo soportable. Reconozco que no todos tenemos la misma tolerancia al dolor, ni todos sufrimos el dolor con la misma intensidad. Lo que sí sé es que la palabra dolor, acompañada del adjetivo crónico, pueden hacer sufrir mucho si uno no encuentra el cómo. Como tantas otras circunstancias en la vida, o el trastorno bipolar del que en este comentario no he hablado.

Si este comentario no te ha sido muy útil, enhorabuena. Es muy posible que no sufras dolor crónico. Es un tema que da para llenar un libro que escribiré algún día 🙂