La historia de Carlos, como ya habréis podido suponer, tiene tintes autobiográficos. La autobiografía de una persona diagnosticada con trastorno bipolar. Carlos es un personaje imaginario, nunca me atrevería a proponer un juego con una persona de carne y hueso que se enfrenta a una situación más o menos difícil. Sólo sería capaz de hacerlo con mi experiencia, como en este caso.

Una de las muchas alternativas de mi personaje podría ser la siguiente. La abuela de Carlos, Elena, de edad avanzada y en situación de dependencia, casi no puede valerse por si misma. Su familia ha decidido que debería ingresar en una residencia de ancianos, ya que sus ocupaciones laborales o su despreocupación por la situación cada vez más precaria de Elena, le ha llevado a tomar esta decisión que a Carlos le apena.
Carlos, tras hablar con su familia, ha decidido abandonar su piso de alquiler para vivir con Elena. Sabe muy bien que Elena le ayudará en la medida de lo posible para sufragar sus mínimos gastos si abandona el supermercado. Recuerda su niñez, cuando todos los fines de semana Elena le llevaba a comprar tres caramelos y sentados en un banco del parque, disfrutaban por igual de historias de pequeños y no tan pequeños.

Súbitamente, Carlos se siente mucho mejor. La vida vuelve a ser ligera y empieza a imaginar la forma de una nueva escultura. Se asemeja a una mano que en su gesto parece devolver algo.

Carlos pudo ser bipolar, quizás ya lo sea sin saberlo, quizás nunca conocerá lo que ser bipolar supone.Quizás. ¿A quién le importa?