Desde hace tiempo, la actitud parece ser el remedio para casi todos los males. Durante mucho tiempo, pensé que mi problema principal era un problema de actitud relacionado con mi profesión. Con la perspectiva del tiempo, he aprendido que la actitud no estaba en una posible lista sobre mis dificultades relacionadas con mi trabajo hasta que dejó de serlo. La actitud, tan importante en la vida para sobrellevar la cara menos amable de la vida, quizás esté demasiado sobrevalorada.
La actitud positiva, por si misma, no siempre mejora las cosas. Es demasiado habitual escuchar a alguien decir respecto a quien sufre que tiene «un problema de actitud». Si tuviera que hacer referencia al sufrimiento emocional utilizando una única palabra, se me ocurren muchas que nada tienen que ver con la actitud.

La mayoría de los problemas personales están relacionados con la ignorancia, no en el sentido peyorativo de la palabra, sino en el sentido más amplio del «no saber». Te encuentras mal, y no sabes cómo salir de la situación en la que te encuentras, entre otras muchas cosas, porque puede que no sepas, o ni siquiera intuyas, porqué te encuentras mal. Los problemas siempre llaman a la puerta de las dificultades y las dificultades, si son circunstancialmente insalvables, los dejan pasar. Si cierras los ojos ahora mismo y piensas en tu mayor problema, es posible que esté muy relacionado con una dificultad. Puedes contar con la actitud necesaria para abordar el problema, pero si no sabes cómo sortear la dificultad, te servirá sólo para no derrumbarte y seguir intentándolo, que no es poco.

La actitud que recomiendo, en general, es una actitud relajada ante cualquier problema. Como muchas de las propuestas que aquí he ido dejando en este blog, muy fácil de decir y no tan fácil de poner en práctica. Una forma de mantener esta actitud consiste en reducir la importancia. Hace un mes, envié mi primer libro a una editorial importante de este país y he recibido mi primer rechazo editorial. La decepción duró menos de cinco minutos porque, en realidad, tampoco me parecía tan importante que una gran editorial publicara mi primer libro. Simplemente, me hubiera hecho ilusión que así fuera. Ahora enviaré el libro a cinco editoriales al mismo tiempo. Los hábitos me parecen más importantes que la actitud, porque son los únicos que permiten mantener la actitud adecuada.

He comenzado mi segundo libro y lo importante, para mi, es concluirlo en el próximo año. Los malos hábitos y los buenos hábitos constituyen una de las maneras más directas que he encontrado para tratar de mostrar cómo he logrado mantener mi bienestar en los últimos años. Para tener una buena salud no hace falta tener la actitud adecuada, basta con tener buenos hábitos. Los veintiún hábitos que intuyo como muy perjudiciales para quien está diagnosticado con trastorno bipolar nada tienen que ver con los hábitos saludables universales o aquellos propios de la psicoeducación. Constituyen hábitos invisibles porque reflejan nuestra forma de pensar, de ver el mundo, de vernos a nosotros mismos, o de interpretar nuestra realidad. Si dejas aquí tu comentario con alguna de tus dificultades todos aprenderemos un nuevo hábito que tenemos que forjar. O quizás la actitud que debemos mejorar antes los problemas 🙂