Este es un comentario que voy a imprimir para leerlo cuando lo necesite. Hace mucho tiempo, cuando sufría los síntomas del trastorno bipolar, era una persona encerrada tras una puerta de hierro que no dejaba entrar ni salir las emociones. Mucho tiempo después me di cuenta de que es la mejor forma de sufrir el estrés con la misma fuerza que un huracán mientras los demás creen que has nacido con cara de palo. Ser una persona tranquila, como soy yo, no implica que tengas que ser una balsa de aceite desde que te levantas hasta que te acuestas. Hacerlo, si padeces el trastorno bipolar, puede acabar por convertirte en una persona depresiva y, como diría el cocinero Jose Andrés: «Eso no queremos».

Si te pisan un pie, y reaccionas como si no te hubiera dolido, te dolerá más. Si alguien te ofende y quieres reaccionar como un budista siendo mediterráneo, pasarás por una farmacia a menudo antes de apuntarte a clases de yoga. Con esto no quiero decir que sea necesario que te subas por las paredes, sino que no trates de ocultar lo que hierve dentro de ti. Quien esté leyendo este comentario, y no se haya contenido nunca, escribiré la próxima semana uno para él o ella.

Las personas necesitamos válvulas de escape como las ollas a presión. Puedes dedicarte a correr todos los días para poder participar algún día en una marathon, pero quizás no te veas capaz de verte reflejado en semejante esfuerzo. Ni motivado a ir a clases de yoga, ni lo suficientemente sereno para contar hasta diez antes de hablar, ni dispuesto a elegir entre tantas y tantas maneras de aprender a relajarse. Si crees que necesitas aprender a relajarte, busca en la librería el libro «Con rumbo propio» de Andrés Martín Asuero. Si eres capaz de llevar a la práctica la teoría, empezarás a sentir que habitas en un mundo nuevo. Aprenderás a desenchufarte con la misma facilidad con la que desenchufas una batidora. La ventaja es que aprenderás también a dejar de hacer girar «la batidora de los pensamientos».

Volviendo al tema de las emociones, si estás enfadado y te tragas el enfado como lo harías con un jarabe con sabor a rayos, acabarás con gastritis crónica, colón irritable o úlcera. No son palabras que suenen muy bien, quienes las eligieron consiguieron que su sonido nos provoque mayor dolor en el órgano del cuerpo que nos gustaría que nos extirparan. Hoy elegí el lenguaje directo para que tengas claro lo que te propongo. Lo conozco muy bien porque lo he sufrido en primera persona – como todo lo que escribo aquí – y porque «el no contenerse emocionalmente» lo sabían hasta los indios cuando gritaban a los vaqueros. Y para terminar una sonrisa 🙂