Mi mayor interés en los últimos años ha estado centrado en descubrir lo que se podía esconder tras los episodios de euforia que viví hace ya más de diez años. Aunque manía es el término médico que se utiliza para describir un estado de desequilibrio temporal en el que las sensaciones son difíciles de describir, el pensamiento rebasa los límites de velocidad, y la atención se dispersa en exceso, prefiero hablar de euforia porque es una palabra que todos conocemos.
Las conclusiones han tardado en llegar pero, como dice el dicho, nunca es tarde si la dicha es buena. El estado de ánimo de una persona más o menos saludable fluctúa sin llegar a tocar los extremos que los bipolares conocemos muy bien. Independientemente de la vulnerabilidad genética que podamos llevar escrita o no, muchos factores ambientales diferentes suelen desencadenar los episodios de euforia. Escuchando las experiencias de muchos amigos bipolares, y contrastándolas con mi propia experiencia, he llegado a reconocer varios rasgos psicológicos comunes a muchos de nosotros que pueden también predisponernos a ser más vulnerables a sufrir la euforia.
El proceso que me condujo a las conclusiones más importantes requirió de cientos de horas de lectura y reflexión y muchas conversaciones con personas que han vivido experiencias límite como algunas que todavía recuerdo con mucho detalle. El proceso creativo continúa y con toda seguridad continuará durante los próximos años. Una vez alcanzado el bienestar psicológico y con una dedicación casi exclusiva, logré ordenar las piezas del puzzle y ver la imagen completa que durante mucho tiempo estuvo desenfocada. Sólo puedo recomendarte que, aunque pueda resultarte doloroso, busques entre los restos de algunos recuerdos muchas de las pistas que pueden ayudarte a no repetir viejos esquemas o a no cometer los mismos errores. Las respuestas no llegan de inmediato, pero si regresas de vez en cuando a echar un vistazo a tu historia personal, puede que llegues a comprender muchas de las situaciones vividas. Situándote en el espacio y en el tiempo de los peores momentos, y retrocediendo un poco más en el tiempo, podrás identificar algunos de los detonantes que pueden ser auténticos salvavidas para evitar algunas situaciones que dejan una huella neurológica difícil de borrar.
Si estuviera en tu lugar, me impondría como obligación reflexionar un poco todos los días. De esta forma convertirás el hábito en una de las fuentes de sabiduría más útiles. Conocerte cada día un poco mejor para llevar una vida cada día más saludable.
Hay 8 comentarios en este articulo
Gracias Alberto, me alegra que le hayas dedicado un espacio a este problema con el cual llevo viviendo muchos años tambien. No sabia que teniamos la misma tipología. Es de agradecer siempre compartir entre semejantes. Un abrazo enorme de tu hermanito Juan Montesdeoca. Salu2
Hola alberto! Soy mikel nos conocimos en vitoria y luego aki en bilbao en las charlas. Hace ya inod 3 anos pero mi mujer kedo embarazada y el nacimiento d mi hijo hizo k nps centraramos totalmente en el. Yo tb e aprendido a descufrar mis prodomos y creo k stoy mejor. M gustaria si pueds venos. Agur
La manía es un estado maravilloso. Te ensalza, te encumbra, te hace sentir mejor que nunca. Tienes hermosos y poderosos pensamientos y experiencias de una intensidad inigualable. Por lo que sé, la manía se expresa de distinta manera en distintas personas. El punto común es que uno no dice estar enfermo, quizás antes pero no en estado maníaco. Resulta todo tan maravilloso ....
Lo llamo manía porque llamarlo euforia se queda corto, muy corto. Y la verdad, me encantaría vivir en una manía interminable siempre y cuando no me irritara con las personas que no siguieran mi discurso o mi cerebro me diera una tregua y pudiera descansar relajadamente o actuara compulsivamente o dejara de creerme que soy dios o que la magia y las pesadillas campan a mi alrededor.
Porque el olor a rosas donde no las hay es bello y caminar por la montaña puede significar interpretar que las rocas son pensamientos preñados de la tierra o porque el deleite de una comida es embriagador como nunca antes lo había sido o porque surgen emociones intensas y sobrecogedoras o ...por otras razones.
Vivir la manía de una u otra forma resulta inevitable en esta dolencia, pues a uno lo coge por sorpresa y nada sabe de estas cosas. Pero que nadie se lleve a engaño. No apuesto por la manía. Es un estado de un total y majestuoso autoengaño. Una vivencia que puede arruinar a uno o costarle la vida. A la manía se le debe dar la espalda, no se la debe alimentar. Más que nada porque representa una de las caras de la moneda. La otra es la temida depresión. Y no encuentro belleza ni buenos adjetivos para calificar este estado de no-estar o de insignificancia propia.
Mi experiencia me llevó a escupir a la cara a la manía, a darle cuantas coces pudiera, pues ya sabía que cuanto más escalara en ella más profundamente me hundiría después. Y con el tiempo se equilibraron estas tendencias o los toboganes se hicieron menos acusados.
Con respecto al comentario de Alberto, coincido que entre los restos de los desenfrenos vividos hay muchas pistas sobre lo que pulsa en el interior de uno. Descifrarlos y hacer caso de ellos es tarea de cada cual y pueden resultar muy convenientes para tu curación o cuando menos para tu propio crecimiento.
Resumiendo: niega la manía, es ilusorio, pero si ya has pasado por una busca y analiza porqué la viviste como la viviste.
Suerte y salud
¿Pero si es saludable autoanalizarse tanto? A cada rato pensarse, validarse y revalidarse, no podría ser contraproducente y enfermizo? no podría confundir más? No sería mejor dejarse fluir?
Todo ello teniendo en cuenta que las ideas autorreferenciales son delirio. (Còmo hacer para contenerse, para pensarse sin caer en el delirio? Esa es la verdadera pregunta)
Hermano, ya sabes que estás invitado el día que quieras y puedas venir por aquí. Un abrazo! :)
Mikel, puedes llamar a la asociación y quedamos un día para vernos. Espero que tu niño esté genial :)
alberto, yo tampoco apuesto por la manía. No hay nada comparable a la serenidad :)
Reflexionar un poco todos los días sobre uno mismo es muy saludable, insisto. Sobre uno mismo y su relación con el entorno, lógicamente :)