El diagnóstico de trastorno bipolar, a veces, tarda en llegar. Depende no sólo de la franqueza del paciente, sino también de la profesionalidad del psiquiatra que lo trata. Normalmente, suele llegar después de varias crisis de manía o euforia, una vez que éstas han sido identificadas por el profesional médico encargado de evaluar al paciente.

Cuando una persona ha sufrido varias crisis y el sufrimiento emocional que conllevan todas ellas, lo habitual es tomar una actitud inconscientemente pasiva. Es como si, al quedarnos quietos, el sufrimiento fuera menor. Algunos de nosotros, además intentamos maquillar la tristeza o la apatía, cuando estamos sumidos en ellas. Ambas actitudes son perjudiciales para nosotros mismos. El movimiento atenúa el sufrimiento, entre otras cosas, porque cuanto mayor es el número de estímulos cuando uno está deprimido, antes sale uno de la indeseada depresión. Por este motivo, todos recomiendan mantener rutinas cuando uno se encuentra en horas bajas y no tiene fuerzas ni siquiera levantarse de la cama. Particularmente, me parece de gran utilidad mantener rutinas estimulantes y placenteras para recobrar el bienestar cuanto antes.

En cuanto al repliegue de las emociones también perjudica notablemente porque aumenta la ansiedad y el automático rumiar de las preocupaciones recurrentes. Compartirlas nunca puede hacer daño, sino todo lo contrario. Pero es muy importante elegir con quién hacerlo, porque puede ser peor el remedio que la enfermedad. Seguro que sabes perfectamente con quién hacerlo y con quién no. Imprescindible que sea al menos una persona. Preferiblemente, dos o más.

La última vez que me deprimí sólo lo comenté con dos personas y mi  psiquiatra. Nadie de mi entorno sabía que lo estaba, y el fingir me costaba un esfuerzo doble. La depresión me duró más de cuatro meses, antidepresivos incluídos.

El problema de quedarte inmóvil cuando estás deprimido, es que tu cabeza no se para, sigue elaborando pensamientos negativos que se contagian con gran rapidez. Necesitas distraerte; salir a pasear, quedar con gente aunque no tengas ganas (evitar el aislamiento), y una rutina a la que debes obligarte y gradualmente incrementar según te vayas encontrando mejor. Soy bipolar como tú, y sé tan bien como tú que no es fácil. ¿Pero alguien ha dicho que la vida sea fácil?