Algunas personas diagnosticadas con trastorno bipolar se quejan por no sentirse útiles. No sólo no me extraña, les comprendo perfectamente porque hace diez años yo me sentía la persona más inútil del mundo. De todas formas, mirándolo con perspectiva, me da la sensación de que luchamos absurdamente por sentirnos como un martillo dentro de una gran caja de herramientas llamada mundo. Si no clavas clavos, aquí estás de sobra. Mi recomendación es que te olvides del concepto de utilidad para referirte a tu vida.

Albert Einstein decía lo siguiente: «Todos somos genios. Pero si juzgas a un pez por su habilidad de trepar árboles, vivirá toda su vida pensando que es un inútil». Cuando lo leí me sentí inmediatamente identificado con la frase de mi tocayo, no porque me considere ningún genio, sino porque pasé años sintiéndome un inútil al desempeñar mi profesión como ingeniero. Abandonar mi profesión rozando la cuarentena -de edad- fue el primer paso fuera de la trinchera que había terminado cavando bajo mis pies de tanto ir y venir. Ahora estoy convencido de que, al menos, soy útil para aquellos que me importan, entre los que te puedes incluir desde hoy mismo. Si llevas tiempo leyendo este blog, seguro que te has dado cuenta de este detalle hace tiempo.
La sensación de inutilidad de una persona puede acabar por desembocar en una enfermedad conocida por muchos llamada depresión. Este no tiene porqué ser el principio de tu historia, de hecho, puede ser un capítulo en la parte central del libro de tu vida después de haber sufrido síntomas o crisis de menor o mayor intensidad. El trastorno bipolar, si no cuentas con un buen médico, puede acabar por convertirte en una persona con las capacidades cada vez más mermadas. Concentración, atención o memoria pueden verse reducidas no sólo por los síntomas, sino también por la ansiedad o el estrés permanentes. Algún día hablaré de cómo me enfrento a estos enemigos cuando asuman la cabeza y no les doy tiempo ni a enseñarme los ojos.

Muchas veces me pregunto en qué situación personal te encuentras, porque saber un poco más de ti me ayudaría a escribir pensando en lo que más podría ayudarte. Ya sabes que vivo en el norte, si algún día quieres conocerme y charlar tranquilamente, estoy disponible para ti casi cualquier fin de semana del año. No puedo desplazarme porque tengo familia a la que atender, pero me ofrezco como guía para enseñarte la belleza de la costa cantábrica 🙂