Cuando sufría con los síntomas del trastorno bipolar, también tenía un problema vocacional importante. La palabra vocación me parece que pertenece a lo que me gusta llamar vocabulario bipolar. Refleja y representa un extremo dentro de los posibles. Te recomiendo que lo evites siempre porque suele perjudicar mucho nuestra salud. Pocos saben realmente lo que es la vocación. Desafortunadamente, la mayoría dejan este mundo sin conocer su sabor porque deben confluir demasiadas circunstancias para que una persona encuentre su verdadera vocación. En realidad, se utiliza la palabra vocación para camuflar la palabra disfrute, una palabra que parece no tener tan buena prensa. Aquí si alguien disfruta, siempre sospechamos alguna trampa o engaño. La realidad no está para disfrutar, excepto en los anuncios publicitarios.

Si quieres descubrir tu vocación, antes tienes que descubrir el disfrute. Si no hay atajo sin trabajo, tampoco hay vocación sin disfrute. Dicen las malas lenguas que sólo veinte de cada cien trabajadores van al trabajo en cuerpo y alma. El resto sólo llevan el cuerpo. Mal dato, si hablamos de disfrute. Para poder disfrutar con aquello a lo que te dedicas, antes has de saber cuáles son tus cualidades o habilidades. El que quiera encontrar la vocación a través de la transpiración, puede aspirar a ser corredor de marathon. El que quiera encontrar la vocación a través del disfrute, puede aspirar a ser lo que ya es. Parece un trabalenguas pero no lo es.

Y ya voy a abandonar la palabra vocacion para siempre. He decidido borrarla de mi diccionario. Ahora me gusta hablar de disfrute, habilidades o cualidades. Mucho ojo con los «dones», porque aunque existen, también pertenecen al vocabulario bipolar. Los dones, en la mayoría de los casos, son los genes. Esa predisposición genética que mostramos con nuestras tendencias, nuestra maneras de pensar, nuestra actitud o nuestra forma de ser. Todo el tiempo que dediques a moldear las tres, será tiempo bien empleado. Especialmente, si tienes la sensación de que te dificultan la vida, las relaciones con los demás o tu bienestar. LLevo haciéndolo mucho tiempo y quizás haya sido una de las claves para explicar mi situación actual. Siempre que termino un comentario, me da la sensación de que dejo algo inacabado. Lo siento, es una de las mayores virtudes de las palabras. Pero también una de las mayores limitaciones 🙂

Por cierto, si vives en Vitoria y quieres acudir a reuniones en un espacio donde compartir tu experiencia como persona diagnosticada con trastorno bipolar y aprender de la de los demás, una persona que aprecio mucho se va a ocupar de coordinarlo todo. Puedes llamar al teléfono de la asociación Esperanza Bipolar para darte más detalles.