Aunque hoy es el día en que se desconocen las causas del trastorno bipolar, algunas fuentes afirman que confluyen causas bioquímicas, ambientales y genéticas en la aparición de los síntomas. No soy quién para dudar de que así sea, pero me gustaría añadir que estoy plenamente convencido de que también se pueden reconocer rasgos psicológicos comunes en quienes padecen o han padecido la enfermedad. En realidad, mi ocupación desde hace ya cinco años consiste en desvelar algunos de estos rasgos que son más que evidentes cuando comparto tiempo y conversación con personas diagnosticadas como yo.

Muchos de los comentarios de este blog, dejan constancia de algunas cuestiones que yo tengo muy en cuenta desde hace ya mucho tiempo. Una de ellas, la primera conclusión importante surgió hace ya mucho tiempo reflexionando sobre mi propia experiencia. Desde el bienestar, se pueden llegar a reconocer y comprender determinados hábitos relacionados con el cognitivo -el mundo de los pensamientos- que pueden tener mucho que ver con el trastorno bipolar. No me refiero únicamente a las distorsiones cognitivas conocidas por los psicólogos, sino otras muchas tendencias, hábitos recurrentes o estilos de pensamiento que quedan patentes en las reuniones que mantengo en la asociación Esperanza Bipolar de Bilbao con todas aquellas personas a las que acompaño para tratar de que dejen atrás los síntomas.

Concretamente, creo que hay algunas cuestiones que ya están escritas en este blog que pueden ayudarte a evitar algunas situaciones. Una cosa es saberlas, otra distinta, ser capaz de ponerlas en práctica y no olvidarlas. Son rasgos muy humanos y no tan fáciles de modular porque evolutivamente estamos condicionados por el deseo y las expectativas. Yo estuve girando en la rueda durante mucho tiempo y ahora sonrío al verla girar desde fuera. Hace falta salir de uno mismo para darse cuenta de aquello que te está perjudicando para poder poner remedio a algunas situaciones recurrentes por falta de conciencia. El mundo emocional que todos albergamos tiene mucho que ver con las reacciones de nuestro cuerpo al entorno más cercano, a la interpretación que hacemos de él, nuestra relación con este mismo entorno, y a la visión que tenemos de nosotros mismos. 

Resumiendo, y como conclusión personal: predisposición genética a la vulnerabilidad, causas ambientales, las causas bioquímicas -supongo que referidas a una mayor vulnerabilidad tras los primeros síntomas- y, por último, el estilo cognitivo. En este blog, hablaré a título personal de las causas ambientales y el estilo cognitivo. Del resto, me dedicaré a resumir la información disponible y no siempre fácil de encontrar.

Cada día un poco más denso. En el próximo comentario volveré al estilo más informal 🙂