El trastorno bipolar no afecta a todos por igual. Cuantas más personas conozco, más diferencias encuentro en la forma en que afrontan, rechazan o aceptan la enfermedad. Una de las cosas que más me llama la atención últimamente es darme cuenta de que muchos al ver que alguien se encuentra mejor que ellos mismos, empiezan a creer que encontrarse bien es posible. Y después de un tiempo, son ellos quienes se empiezan a encontrar mejor. En realidad, voy aprendiendo sobre la marcha cómo ayudar a través de la asociación a quienes se acercan a ella y cada día veo algo nuevo que me llama la atención. Me gusta aprender de los detalles porque dicen mucho de la realidad que viven muchos de ellos. Hay algunos que me sorprenden cómo han aprovechado el impulso de los demás para arrancar y creo que es difícil que vuelvan a la situación en la que se encontraban el primer día que cruzaron la puerta del centro cívico de Bilbao.

La gran ventaja de los grupos es doble. Uno deja de sentirse tan diferente cuando comparte sin complejos con los demás sus experiencias, algo que seguramente ninguno de nosotros habíamos hecho antes de conocer a otros con el mismo problema. Las enfermedades mentales pueden hacer sufrir mucho y no suelen ser comprendidas por los demás como cualquier otro problema de salud. Si uno no se encuentra bien del todo, las relaciones con los demás son todavía más difíciles porque lo normal es aislarse para no contagiar a los demás. No sé si todos lo hacen, pero yo siempre trataba de aparentar que no pasaba nada cuando la realidad es que pasé muchos años en los que me costaba sonreir. Ahora lo hago todos los días porque he logrado encontrar lo que tanto tiempo eché en falta: la ilusión.

Hablar de los demás es hablar de relaciones. Estar diagnosticado puede afectar nuestras relaciones con todo el mundo porque si los demás te ven como diferente, nada es igual. Afortunadamente, nunca todos reaccionan de la misma forma. A mi personalmente me importa bien poco cómo me vean los demás, incluso no evito ni oculto nada porque es mi manera de normalizar lo que los demás pueden percibir cómo diferente. En realidad no lo hago por mi, sino por ellos. Tampoco tiene ningún mérito que lo haga porque siento que para mi ya no significa nada especial el trastorno bipolar. Hace tiempo no podría haberme mostrado como lo hago ahora porque no me sentía como los demás, y eso siempre te obliga a discriminarte tú mismo. Así todo, siempre habrá personas que me discriminen aunque apenas me conozcan. A veces, los propios miembros de tu familia pueden tratarte de una forma diferente por el hecho de tener un diagnóstico. En realidad, entiendo perfectamente que sea así porque no es el diagnóstico lo que nos diferencia, sino las experiencias que hemos vivido y los demás han vivido con nosotros. Ni todas ellas comprensibles ni todas ellas vistas por los demás como experiencias límite, experiencias que pueden haber tenido uno, o muchos desencadenantes. Además de la vulnerabilidad, sin la cuál no las hubiéramos vivido con tanta intensidad.

Espero que cada día encuentres algo nuevo en este blog. Aunque sólo sea un punto de vista muy personal quiero que sepas que siempre pienso en ti cuando me siento a escribir. Ojalá tu situación respecto al tratorno bipolar se parezca cada vez más a la mía. 🙂